El invierno se avecinaba implacable y helado, apenas comenzaban a soplar los fuertes y gélidos vientos entre los árboles y ya Allegra lo sentía como un mal presagio en cada fibra de su cuerpo.
Se abrazó a sí misma mientras atizaba el fuego en la chimenea. Se giró para ver el montoncito de leña seca y cortada en una esquina de la cabaña y un frío recorrió su espalda.
— Debo cortar leña o moriremos congelado en cuanto haya nevada — Se dijo acariciando su pronunciado vientre.
No tenía idea de cómo iría a hacer tal cosa, en su vida jamás había usado algo semejante a una hacha, pero había una con buen filo junto a la leña.
Se levantó y miró por la ventana, el cielo estaba despejado y aunque el viento traía las bajas temperaturas, no era precisamente un mal día, decidió dejar la lumbre encen