Giorgio salió cerrando la puerta del despacho tras de sí, Fiorella se asomó por el enorme ventanal, sin permitir que la mucama se moviera de su lugar junto a su hijo dormido y ebrio hasta que su marido se alejara en el auto. Había salido de esta por muy poco.
— ¡Ya está, Amanda! Ya podemos llamar a un par de los hombres de seguridad para que nos ayuden a subir a Francesco a su habitación, es mejor hacerlo rápido, no sea que…
— No se preocupe, Sra. En el acto traerá a dos de ellos.
La chica salió disparada, y después de un par de minutos venía acompañada con dos sujetos enormes como jugadores de la UFC, los había movido de su puesto habitual de vigilancia, ambos trajeados de negro y fuertemente armados, era necesario si se quería mantener a los malhechores alejados de la enorme y lujosa propiedad
— Señora, ellos nos ayudar