Capítulo 38

Cloe caminó con seguridad hasta quedar detrás del escritorio y se sentó.

—Amanda que sorpresa verte aquí, aunque no es el mejor momento —dijo—. Pero toma asiento, por favor. —Señaló el asiento frente a ella.

Amanda se sentó con elegancia en un intento obvio de intimidarla.

En un movimiento bastante calculado, soltó un bostezo que cubrió con su mano.

—Lo siento, no dormí bien. Como debes de saber, han sido unos días algo agotadores.

—No era a ti a quién esperaba ver.

—Lo sé y lamento tanto que te llevaras una decepción, pero Fabrizio no se encuentra en condiciones de recibir ninguna visita. —Si había algo que había aprendido de su padre era actuar relajada y confiada frente a sus adversarios—. Él sufrió una lesión importante y los médicos le recomendaron permanecer en cama hasta que se recupere. —Las mentiras nunca habían salido con tanta facilidad de su boca.

—No te creo.

Se encogió de hombros con indiferencia.

—Estoy demasiada cansada como para tratar de convencerte. Si eso era todo
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