La luz de la luna que entraba por la ventana iluminaba el rostro de Dave.
Ella lo miró y sonrió suavemente.
—Todavía recuerdo esos miles de farolillos —dijo, con los ojos brillando—. Desde entonces, ya no le tengo miedo a la oscuridad.
Ese momento lo había cambiado todo para ella.
Dave la miró, sorprendido.
—¿Qué haces aquí? —preguntó.
Ese era el lugar al que él solía ir cuando necesitaba estar solo. Nunca pensó que ella aparecería.
Bianca le dedicó una sonrisa traviesa.
—Tal vez sea ese sexto sentido del que hablan —respondió—. Algo me atrajo hasta aquí esta noche. ¿Quién hubiera pensado que estarías escondido en la oscuridad?
Sus palabras aliviaron un poco el peso en el pecho de Dave.
Por fin sonrió y se sintió más tranquilo.
Verlo así hizo que Bianca sintiera calor en su interior.
Con una voz suave, preguntó:
—Vi las noticias hoy. ¿Estás bien?
Aunque le había dicho a Diana que no estaba preocupada, en el fondo, aún le importaba Dave.
El viento levantó las cortinas. L