La palabra hizo que la vendedora alzara una ceja. Aquel lugar solo manejaba antigüedades raras y piezas de lujo. Un simple collar no sonaba prometedor.
—Déjame verlo —dijo, estirando la mano con un leve gesto de impaciencia, ya esperando rechazar a Bianca de inmediato.
Bianca soltó un suspiro silencioso. Sacó una caja de su bolso y se la entregó a la vendedora.
Ella la abrió sin mostrar mucho interés.
Pero cuando vio lo que había dentro, sus ojos se abrieron de par en par, impactada.
—¡Madre mía!
Su actitud cambió por completo en cuestión de segundos. Salió rápidamente de detrás del mostrador, le ofreció a Bianca un vaso de limonada y la condujo a un sofá cercano.
—Señorita, por favor, espere aquí un momento. Llamaré a uno de nuestros expertos para que la atienda.
—Está bien, gracias.
Una vez que Bianca estuvo acomodada, la vendedora regresó apresuradamente al mostrador. Tomó el teléfono e hizo una llamada rápida.
No pasó mucho tiempo antes de que una mujer elegante, con maquil