En realidad, Bruno solo estaba fingiendo dureza. Sin Reese, el espectáculo no podía continuar. Su actuación era clave para mantener al público interesado.
Bruno le echó un vistazo rápido a Bianca. Siempre le había parecido atractiva, pero hoy, vestida de manera profesional, se veía aún más refinada y encantadora. Se le ocurrió una idea.
—Bueno, ya que lo pides, supongo que te ayudaré. Solo asegúrate de agradecerme después —dijo con una sonrisa torcida.
—Gracias, señor Foster —respondió Bianca, aliviada. Soltó un suspiro discreto, contenta de que él hubiera aceptado.
—Me alegra oír eso —contestó Bruno con una carcajada ligera. Sacó su teléfono y llamó al equipo técnico, indicándoles que retrasaran la entrada de Reese y pusieran unos videos promocionales en su lugar.
Una vez que todo estuvo en marcha, Bianca le agradeció de nuevo y se fue.
Dave, que había escuchado toda la conversación, se quedó en silencio. Su rostro se oscureció y no miró a Bianca al verla marcharse.
Cuando Bianca sal