En aquel entonces, sus padres eran personas comunes.
Vivían en un modesto apartamento. Su madre, que había sido una talentosa diseñadora de joyas, se convirtió en ama de casa a tiempo completo tras el nacimiento de Dave.
Su padre trabajaba largas horas, salía temprano cada mañana y regresaba tarde por la noche para mantener a la familia.
La vida era sencilla, pero estaba llena de amor y calidez.
Hasta que, un día, todo cambió para Dave.
Ese año, Dave tenía nueve años, a solo unos meses de cumplir diez.
Un día, su tía favorita, Rachel, llegó de visita sin previo aviso.
Siempre había mantenido el contacto con su familia, a diferencia de sus tíos.
Dave sabía que tenía una tía amable y encantadora, pero no conocía mucho sobre su vida.
Rachel solía traer dulces deliciosos y juguetes emocionantes. Dave la adoraba por la alegría que traía consigo.
Cada vez que ella venía, él le rogaba que se quedara a jugar un rato más.
Habían pasado seis meses desde su última visita.
Esta vez, cuan