—Por eso me detuviste cuando el departamento de mi madre estaba en llamas, ¿verdad? —preguntó Bianca en voz baja, recordando aquel momento.
Dave asintió, sintiendo cómo se le apretaba el pecho al recordarlo.
—Ese incendio me recordó al accidente... a cómo murieron mis padres. No podía soportar la idea de que tú tuvieras el mismo final —dijo suavemente.
Bianca lo comprendió de inmediato.
Dave había cargado con ese peso todo ese tiempo.
Ahora entendía por qué la había detenido ese día, por qué no fue capaz de seguirla entre las llamas.
Él luchaba contra un miedo profundo, un trauma silencioso que lo paralizaba.
—¿Alguna vez pensaste…? —Bianca alzó la vista, encontrándose con los ojos oscuros y turbados de él. Su voz era suave pero firme—. Tal vez tu padre no te abandonó. Quizás creyó que aún había esperanza. No quería que perdieras a tu madre. Solo… quería protegerlos a ambos. Por eso regresó. Igual que hice yo ese día, aferrándome a la mínima posibilidad de salvar a mi familia.
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