Bianca, vestida con un elegante vestido blanco, lucía serena y sofisticada.
Llegó puntualmente al puerto y se encontró con la impresionante imagen de un crucero gigantesco que parecía un palacio flotante.
Al caer la noche, la nave brillaba con luces deslumbrantes, casi irreales. Las ventanas iluminadas parecían estrellas encendiendo el cielo nocturno.
Estaba asombrada. Era la primera vez que veía una embarcación tan lujosa.
La riqueza y el exceso que la rodeaban la hacían sentir emocionada, aunque también un poco sofocada por tanta grandeza.
Justo cuando estaba por subir la pasarela, una voz familiar la sobresaltó.
—Oye, ¿esa no es Bianca?
Bianca se giró y sus ojos se abrieron con sorpresa.
Natalie estaba parada frente a ella, del brazo de un hombre mayor vestido con un traje de alta costura.
¿Qué hacía ella allí?
Por la apariencia del hombre, estaba claro que Natalie había conseguido un acompañante adinerado.
—Señorita King, qué sorpresa verla aquí —saludó Bianca con cortesía.
Natali