Después de colgar, Brady se levantó y fue a la habitación de Rachel. Abrió su cajón y encontró una invitación para el evento del Grupo Evans.
—Brady… —murmuró Rachel al despertarse. Últimamente se sentía débil y cansada, y los dolores de cabeza empeoraban con cada día que pasaba.
A pesar de seguir al pie de la letra los masajes diarios recomendados por el médico, su estado no mejoraba.
Brady se sentó al borde de la cama y ayudó a Rachel a incorporarse, apoyándola contra su pecho mientras sostenía su mano helada.
—Estás despierta. ¿Cómo te sientes?
Con la mirada nublada, Rachel negó con la cabeza.
—Igual. Cada mañana me despierto con dolor de cabeza… y tengo miedo de volver a dormir.
—¿Por qué? —preguntó Brady con suavidad.
—Acabo de tener una pesadilla horrible —los ojos de Rachel se llenaron de lágrimas mientras se aferraba más a él—. En el sueño, estaba paralizada. Estaba consciente, pero caía sin fin en un abismo oscuro… sin despertar nunca. Se sentía como… la muerte.
Los