Bianca se sentó nuevamente junto a Blake, con una sonrisa de alivio en el rostro.
—Gracias, Blake. De verdad, aprecio mucho que estés aquí para mí.
Al verla sonreír, Blake sintió una paz profunda. Estiró la mano y le despeinó el cabello con dulzura, sus ojos brillaban con calidez.
—No tienes que agradecerme.
Bianca se sintió sorprendida por el gesto y apartó rápidamente la mirada.
Sus muestras de afecto siempre la tomaban desprevenida y le costaba mantener la compostura.
Como no sabía cómo corresponder a sus sentimientos, fingió que nada fuera de lo normal había ocurrido.
Permanecieron un rato más en la colina, disfrutando del silencio.
Finalmente, Bianca ayudó a Blake a volver a su silla de ruedas, y juntos descendieron la colina.
Paige los esperaba con ansiedad en la habitación y se levantó en cuanto se abrió la puerta.
Cuando vio a Bianca empujando a Blake, sano y salvo, por fin pudo relajarse.
—Blake, ¿dónde estabas? ¿Por qué no me avisaste? ¡Estaba tan preocupada! —exclamó.
—Lo s