Mierda.
—No pasa nada —aclaré rápidamente.
Me bajé del ring, agarré mi bolsa de deporte y me encerré en el primer baño que encontré. Sabía que Luciano había venido detrás, pero justamente ahora no quería a nadie conmigo, ni siquiera a él.
—Doble mierda —susurré, al ver la sangre que bajaba por mi pierna.
— ¿Qué sucedió Luciana? ¿estás bien? —empezó a forzar la puerta, en cualquier momento la derrumbaría—. ¡Responde!
— ¡Estoy bien! —grité, era una buena forma de relajación—. ¡Me llegó la menstruación! ¡¿Acaso quieres ver detalladamente?!
—Eh…te espero afuera entonces. No tardes o vendré por ti —y con eso los espantas.
Suspiré