Capítulo veintisiete
La puta amaSalgo de la habitación como alma que lleva el diablo.
<< ¡Maldito cabezota! >>— ¿Dónde está Bruno? —Irrumpo en medio del comedor.— Se ha ido al hospital —responde su novia. Alda durmió en el edificio anoche—. No pude convencerle. Ya sabes como es.— ¡Me va a escuchar! —Salgo rumbo al hospital, maldiciendo en voz alta—. ¡Ningún paciente mío se levanta de la cama sin mi permiso!— Es Bruno Varone —repone Bianca. Las mujeres de la casa se disponen a seguirme. Todas irán a ver a mi tío.— ¡Así sea el mismísimo emperador! —Replico. Cada vez estoy más furiosa. Soy consciente de que mi hermano se encuentra recuperado del todo, pero apenas ayer estuvo a punto de morir. No puedo dejarle ir sin comprobarlo con mis propios