—¿Te gustaría encontrar a tu madre, Linc?

—Lo he estado pensando —digo, intentando no parecer nervioso delante de mi padre.

—Si eso es lo que quieres hacer, no te detendré. —Mi padre frunce el ceño.

—¿Y si ella no quiere que la encuentren? ¿Y si no le gusto?

Su mirada se suaviza. —No lo sabrás si no lo intentas.

Evito su mirada triste y digo en voz baja: —Si hubiera querido conocerme, creo que ya me habría contactado. ¿Tú no?

—Yo mismo he pensado en eso.

—¿Y si está muerta? —No quiero pensar en eso como una opción.

Una sombra de consternación cruza su rostro. —Nunca pensé en eso.

Mi papá finalmente rompe el silencio. —¿Quieres que te ayude a encontrarla?

Creo que necesito hacerlo yo mismo. Todavía no lo he decidid