¡QUIERO EL DIVORCIO!

Dexter estaba sentado en esa m*****a silla, qué era como su prisión, como una tortura, que odiaba con todo su ser, pero del cual no podía escapar, trato de mantener la calma, como le había ordenado el doctor.

Era algo difícil, quería que las cosas se hicieran a como él lo ordenaba, se había vuelto muy exigente con todas las personas a su alrededor, odiaba cuando algo se salía de sus manos. 

Miraba en dirección a la entrada del pequeño aeropuerto con algo de impaciencia en sus ojos, eran las 2 pm, el vuelo saldría en media hora y Aurora no estaba allí como lo había prometido, era demasiado despistada y eso en realidad lo hacía enojar a menudo. 

Su teléfono empezó a timbrar, su guardaespaldas lo tomo rápidamente y respondió, últimamente ese era su trabajo, ser prácticamente su asistente personal, debía de pagarle algo de más, pensó para sí mismo. 

—Sí, señora, ya casi salimos, estamos en el aeropuerto, no se preocupe, su hijo, está bien, yo me haré cargo de todo, pierda cuidado.

La llamada se cortó, miraba por la ventanilla, pero su novia no se veía por ningún lado, sabía que si no se iba ese día, su madre era capaz de enviar a sus hombres por él.

Era mejor no hacerla enfadar de más, en ese momento se portaba demasiado sobre protectora con él. 

—Llama a Aurora, dile que se dé prisa —replicó molesto —parece una niña pequeña, acaso no me presta atención.

Antonio tomó el celular y llamo a la joven, el teléfono repico una y otra, pero fue enviado al buzón de voz, lo intento en múltiples ocasiones sin éxito. 

Sabía que la joven salía a beber prácticamente todos los días, pero lo había mantenido en secreto para evitarle disgustos al jefe. 

Siempre iba a los bares más lujosos y gastaba una fortuna con sus amigas. 

Dexter parecía más irritado, eso no era bueno para ninguno de ellos, cada vez que se enojaba alguien se quedaba sin trabajo.

—Lo lamento jefe, la señorita no responde, debe de haber olvidado que abandonaban la capital el día de hoy, sabe como es ella. 

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Aurora miró su celular con fastidio, no quería volver a la ciudad, todos sabrían la verdad y ella sería el hazmerreír de lugar, así que decidió no responder la llamada, Dexter podía volver solo. 

Su novio se había vuelto un amargado, no podía salir a fiestas, ya no podía divertirse juntos, que era lo peor, su vida se había vuelto un calvario, totalmente aburrido. 

Se quedaría esa noche bebiendo y disfrutando, su vida había dado un giro de 180 grados, ahora se preguntaba si en realidad amaba a Dexter tanto como para quedarse a su lado en esa situación tan complicada. 

No se veía siendo la enfermera de ese hombre, de por vida, ella era joven, hermosa y con mucha energía, además como mujer tenía algunas necesidades. 

Por qué la vida tenía que ser tan cruel con ella, se supone que eso no debió pasar jamás. 

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—¿Estás segura de que va a regresar? —Pregunto Salma con curiosidad —te dijo que solo volvería cuando decidieras firmar el divorcio. 

La chica era su mejor amiga, una de las pocas que tenía, era alta, delgada y muy hermosa, era maestra de preescolar, adoraba a los niños. 

—Sí, debo de entregarle yo misma el documento y créeme qué pienso hacerlo, este matrimonio no tiene sentido, lo espere por cuatro largos años, creo que ya fue suficiente, vuelve en el momento correcto. 

Hablo con un nudo en la garganta, solo su amiga sabía lo mal que la había pasado, lo doloroso qué era para ella ver las noticias sobre lo feliz que era su esposo en el exterior con su amante y a ella le decían la cenicienta moderna, una simple empleada qué logro su objetivo, ser la esposa. 

—Estará bien, pídele el divorcio y vive tu vida, creo que has aguantado mucho tiempo, no aceptes un "no" por respuesta. 

La animo su amiga al notar su semblante, a pesar del tiempo, ella seguía amando al inútil de Dexter. 

Esa tarde Gianna volvió a la mansión, dispuesta a divorciarse de su esposo, tenía el documento en las manos, se sentía algo nerviosa. 

Los empleados había preparado una comida para recibirlo y todos estaban en la sala de estar, junto a ella, que mantenía un semblante serio y sin emociones. 

20 minutos después escucho varios autos estacionar, su corazón latía con fuerza, era el momento que tanto había esperado, firmarían el divorcio y serían libres. 

Además, podría decirle sus verdades al rostro, él no la merecía, ella no iba a permitir que volviera a humillarla. 

Observo a su esposo entrar, se llevó las manos a la boca sorprendida, el hombre que había cruzado esa puerta, no era el mismo que se había marchado hace cuatro años. 

El mayordomo se acercó rápidamente y le explico lo que había pasado en su ausencia, todos miraban al jefe con curiosidad, ya que a nadie le había dicho lo del accidente y la verdadera condición del hombre, ni siquiera a Gianna qué estaba mirando a Dexter con absoluta curiosidad. 

—Pueden volver a sus puestos —murmuro en tono seco —aquí no hay nada que ver. 

En cuestión de minutos todos los trabajadores se habían marchado, observo a su esposa con algo de curiosidad, ya que se le hacía muy diferente a la mujer de hace cuatro años. 

—Lárgate, no quiero verte —le dijo a la mujer mirándola fijamente. 

A pesar de estar en una silla de ruedas, no dejaba su arrogancia y prepotencia, pensó Gianna, tomo los documentos con fuerza y se acercó a su esposo, quien parecía haber perdido la movilidad de su cuerpo por completo. 

Estaba atado a la silla, se veía realmente mal, pero ese no era su problema. 

—¡Quiero el divorcio! —Exclamó la joven, llamando la atención de las personas en el lugar. 

Dexter miró a Gianna con fastidio, era demasiado imprudente, ni siquiera espero a que estuvieran a solas para hablar de ese tema.

Por ese motivo no la toleraba, se le hacía demasiado tonta, ingenua, pero pronto le mostraría quién mandaba en ese lugar.

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