EMPLEADA

—¡Divorcio! —exclamó en tono de burla —el contrato está vigente, eres mi esposa, eso era lo que querías, ¿no es verdad? —Dexter pensaba que Gianna se había casado con él por su dinero, así que haría de su vida un maldito infierno como se lo había prometido hace cuatro años —pensé que amabas vivir cómodamente en mi mansión, gastando mi dinero a como te daba la gana, porque eso es lo que has estado haciendo en estos últimos cuatro años, eres mi esposa y tu deber es servirme.

Gianna no podía creer que le hablara de esa manera, ahora que no podía caminar, ni hacer nada quería que ella lo cuidara, acaso era una broma.

—Eres un imbécil —respondió, molesta —me iré, puedes disfrutar de tu mansión solo.

Le dijo la chica girándose para subir las escaleras, no iba a quedarse en ese lugar, ahora sabía el motivo por el cual Dexter la trataba de esa manera, pensó que lo hacía por su dinero.

Hasta cierto punto tenía razón, era un buen trato para alguien, sin nada como ella, la señora pagaba sus estudios en una de las mejores universidades de la ciudad.

—Si te marchas, tendrás que pagarme una indemnización, no lo olvides, querida esposa —le dijo con molestia —haré qué cumplas el contrato al pie de la letra —hablo con una sonrisa maliciosa. 

—Ahora soy tu esposa, cuando te largaste con tu amante yo no era nada, ella puede cuidarte, a fin de cuentas se ha llevado los mejores años de nuestro matrimonio. 

Dexter le dio una mirada de disgusto a la mujer, no parecía la misma chica tímida qué había conocido en el pasado. 

Parecía odiarlo y no se preocupaba en disimularlo, además su tono de voz no le agradaba. 

—Es una lástima que no pueda caminar, ya te habría dado una lección, hablas demasiado, aquí no eres nadie, tu opinión me vale m****a, así que será mejor que te calles.

La chica le dedico una mirada filosa a Dexter, a pesar de todo no había cambiado, era el mismo imbécil de siempre. 

—Llévame a mi habitación —le ordenó al mayordomo —no la tolero, es realmente insoportable.

Rubén empezó a empujar la silla de ruedas lentamente en dirección al ascensor, el jefe se veía más amargado que antes.

Gianna se quedó en el primer escalón, tenía una mano en su pecho, podía sentir un dolor horrible, sentía lástima por su esposo, pero a la vez rabia y resentimiento. 

Había regresado después de haber disfrutado sus mejores años con Aurora, ahora a ella le correspondía la peor parte, lidiar con un hombre que ni siquiera podía caminar. 

¿Qué había sucedido?, no lo sabía en realidad, a ella nunca le decían nada. 

—Él te necesita —la voz de su suegra llamo su atención —sufrió un accidente hace unos meses aproximadamente, estuvo al borde de la muerte, ahora te corresponde cuidarlo. 

—¿Por qué debería de hacerlo yo señora Isabella, qué ha hecho él por mí, además de humillarme y tratarme peor que a sus empleados?

La señora Isabella debía de guardar las apariencias, no quería que la prensa hablara mal de su hijo, Gianna debía fingir que eran un matrimonio feliz. 

—Gracias a él has vivido cómodamente, estudias en una de las universidades más prestigiosas, pronto tendrás un título universitario, podrás conseguir un trabajo decente cuando salgas de este lugar, eso es mejor que vivir en la calle. 

Gianna respiro profundamente, quizás la mujer tenía razón, le debía algunas cosas al hombre que tenía por esposo, no lo olvidaba, cumpliría ese último año y se marcharía para siempre. 

—Cuando se cumpla los cinco años, me iré, no me quedaré ni un minuto más, es este maldito lugar, además quiero que me pague el doble, como indemnización. 

La mujer le mostró una sonrisa de satisfacción y asintió con la cabeza, paso a su lado, las personas con dinero estaban acostumbradas a obtener lo que querían, se dijo a su misma, observo a Rubén bajar las escaleras. 

—Me sorprende que quieras divorciarte después de ver la condición de tu esposo, eres tan egoísta Gianna. 

—Egoísta —respondió con sarcasmo —me quede aquí esperando como una tonta por cuatro años, mientras él se revolcaba con la zorra de su amante, eso es ser egoísta —le respondió en tono seco. 

Rubén sabía que había perdido la discusión, pero siempre estaría del lado de su amo. 

—Recuerda que eres quien eres gracias al apellido de tu esposo. 

El hombre bajo las escaleras y se perdió de su vista, todos creían que tenían derecho a opinar sobre su matrimonio, eso le molestaba, nadie estaba en sus zapatos para hablar lo que no le correspondía. 

🌼🌼🌼🌼🌼

Gianna despertó por los gritos que se escuchaban en la puerta de su habitación, se levantó rápidamente al darse cuenta de que se trataba de su esposo. 

Asomo su rostro y se encontró con la mirada gélida de Dexter. 

—Acaso piensas que una empleada tiene derecho a dormir hasta tarde, quiero mi desayuno en mi despacho en 20 minutos. 

La chica trató de procesar la información, desde cuando era una empleada. 

—Las empleadas están en la planta baja, habla con ellas. 

—Se nota que eres estúpida —le dijo con arrogancia —esta es mi mansión, mi dinero, mis cosas y tú eres mi empleada, espero te quede claro Gianna. 

Rubén empujó la silla de su amo de regreso al despacho, se veía muy irritado y molesto, no entendía el motivo. 

—No cree que está siendo muy duro con su esposa, ella nunca hace ese tipo de trabajo. 

Dexter no respondió, ni siquiera volvió a mirarlo. 

—Busca ese maldito contrato, quiero saber qué cláusulas coloco mi madre sobre ese papel. 

—Lo tiene su madre joven, yo no tengo acceso a esos documentos importantes. 

—Llámala y pídele una copia —exigió molesto.

Había sido un imbécil por no leer el contrato antes de firmarlo, su madre era una persona difícil, debía haber alguna trampa en ese documento.

Después de 20 minutos en la cocina, Gianna tenía el desayuno listo, tomo la bandeja y camino en dirección al despacho de su esposo. 

Subió las escaleras lentamente, estaba molesta con Dexter por tratarla como si no tuviera sentimientos, se detuvo en la puerta al escuchar a su esposo hablar mal de ella. 

Tenía ganas de tirar esa bandeja al basurero y no llevarle nada al hipócrita ese. 

Entro, sin tocar la puerta, Dexter ni siquiera le presto importancia, coloco el desayuno frente a él. 

—Llama a mi novia, me preocupa que algo le haya pasado.

La mención de Aurora le hizo sentir cierta molestia en su interior, pero trato de disimular, lo observo tomar la taza café y beber un sorbo, en cuestión de segundos el contenido del vaso empapo su ropa. 

El líquido de la taza estaba caliente, había caído sobre su piel, que se puso roja en segundos, dolía un poco. 

—Ni siquiera para hacer un café sirves, —exclamó enojado. 

Gianna se limpió el rostro con impotencia, lo que hacía su esposo era realmente humillante, la odiaba tanto que simplemente quería hacerla sufrir. 

—Le prepararé otro, no se preocupe —respondió con tranquilidad. 

En su interior deseaba gritarle, golpearlo, reclamarle por su actitud hacia ella, sabía que no lo merecía. 

—Date prisa, no comeré esta porquería —habló lanzando la bandeja al suelo haciendo tremendo desastre en la habitación, simplemente quería hacerle la vida imposible —limpia todo, Rubén llévame a la empresa —ordenó. 

Gianna se contuvo, observo como sacaron a su esposo de la habitación, gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas.

Eso era más de lo que ella podía soportar, se limpió el rostro, observo a Yesenia entrar, era su única amiga en la mansión. 

—Yo lo hago mi señora, no se preocupe. 

Asintió con la cabeza, y se marchó de la oficina prácticamente corriendo, Yesenia la miró con algo de tristeza, su jefa había esperado cuatro años y su esposo había regresado mucho peor de a como se había ido.

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