En una sala de interrogatorios iluminada solo por el brillo opaco de un foco colgante, Dalton se inclinó sobre la mesa de madera desgastada, extendiendo un mapa arrugado. Sus manos temblaban, ya sea por la cafeína ingerida en exceso o por la presión de los secretos que estaba a punto de compartir. Al otro lado de la mesa, Alfa, un hombre envuelto en la penumbra que nunca abandonaba del todo su rostro, miraba en silencio. Sus ojos eran pozos insondables que parecían leer más allá de las palabras de Dalton, como si cada frase fuera un rompecabezas en una dimensión invisible. Dalton lo sabía. Era consciente de que un error, una inconsistencia, podría cambiar la atmósfera de aquella sala en un instante. —Aquí está —Dijo Dalton, señalando una marca roja en el mapa. —Este almacén en Sevilla era el epicentro de sus operaciones financieras. Todas las ganancias del tráfico de armas y la trata de personas pasaban primero por ahí antes de desaparecer en una red de cuentas en paraísos fiscales
El avión aterrizó suavemente en un aeródromo privado, lejos de los ruidos habituales y del bullicio de los aeropuertos comerciales. Nicholas fue el primero en levantarse, asegurándose de que el equipo estuviera listo para desembarcar. El resto del grupo lo siguió, cada uno llevando el peso de su papel en esta operación sobre sus hombros. La pista, iluminada por unas pocas luces tenues, parecía un campo de batalla en silencio, lista para ser testigo de la próxima fase del enfrentamiento contra Alfa. Afuera, un SUV blindado con vidrios oscuros los esperaba. Un hombre vestido con un traje gris oscuro se acercó. Su porte era impecable y su mirada fría dejaron claro que no era ajeno a situaciones de alto riesgo.—Soy el agente Parker. Pertenezco al cuerpo de seguridad presidencial. —Se presentó en tono monótono, extendiendo una mano que nadie tomó. —Estoy aquí en nombre del vicepresidente. Este vehículo los llevará a un lugar seguro donde podrán planificar su siguiente movimiento.Elizabeth
Nicholas tomó la decisión rápidamente.—Alice y yo vamos por Dalton. Elizabeth y Daniel, asegúrense de que Samuel tenga una vía de escape.Alice asintió, lista para avanzar. Mientras Elizabeth y Daniel tomaban una ruta diferente, ella y Nicholas se dirigieron al final del pasillo. Cuando llegaron a la celda, encontraron a los dos guardias y al científico, tal como Samuel había descrito.Nicholas actuó primero, lanzando un objeto pequeño que emitió un ruido fuerte en el otro extremo del pasillo. Los guardias se giraron hacia el sonido, lo que les dio a él y a Alice la oportunidad de neutralizarlos antes de que pudieran reaccionar. El científico, asustado, levantó las manos en señal de rendición.—No quiero problemas —dijo con voz temblorosa.Nicholas lo inmovilizó mientras Alice se acercaba a la celda. Usando la tarjeta de acceso del científico, abrió la puerta y encontró a Dalton sentado en una esquina, encadenado pero consciente.—Dalton —susurró Alice, su voz llena de emoción conteni
Nicholas ajustó el volante con precisión, maniobrando entre las rocas y las pendientes empinadas. Su experiencia era evidente; sabía que cualquier error podría ser fatal. A su lado, Elizabeth revisaba el dispositivo de rastreo, monitoreando los movimientos de los vehículos enemigos.—No podremos mantener esta ventaja por mucho tiempo —dijo Elizabeth, con un tono que mezclaba urgencia y determinación—. Están ganando terreno.—Entonces tendremos que enfrentarlos —respondió Nicholas con firmeza, acelerando a medida que una curva peligrosa se aproximaba.En la parte trasera, Alice estaba junto a Dalton, ayudándolo a mantenerse erguido. Aunque las heridas físicas y emocionales de Dalton eran evidentes, su mirada reflejaba una determinación que no había mostrado desde hacía mucho tiempo.—No dejaré que me lleven de vuelta —dijo Dalton en voz baja, casi para sí mismo—. Si quieren pelear, les daremos pelea.Alice apretó su mano con fuerza, transmitiéndole su apoyo. —No estás solo en esto, Dalt
Samuel apretó los dientes, su rabia contenida mientras preparaba su arma. —Entonces tendrán que luchar para detenernos.El enfrentamiento comenzó de repente, con disparos que llenaron el túnel de luces y estruendos. El equipo se defendía con precisión, utilizando la estrechez del espacio a su favor. Nicholas lideraba el ataque, mientras que Samuel y Daniel cubrían los flancos.Alice y Elizabeth mantenían a Dalton protegido, mientras ella buscaba oportunidades para ayudar en la pelea. Dalton, aunque debilitado, se negó a quedarse quieto. Con un esfuerzo extraordinario, tomó una de las armas que había recuperado y comenzó a disparar.—No me rendiré tan fácilmente —gruñó Dalton, sus ojos ardiendo con determinación.A pesar de la ferocidad de Alfa, el equipo logró mantener su posición. Pero sabían que esto no podía durar para siempre. El grupo enemigo era numeroso y estaba bien equipado.Nicholas tomó una decisión rápida. —¡Tenemos que avanzar! ¡No podemos quedarnos aquí!El grupo comenzó
—Muy bien, sigamos adelante —dijo Nicholas finalmente, moviéndose hacia adelante con decisión.A medida que avanzaban, el bosque se volvía más espeso, las ramas y raíces amenazando con ralentizar su progreso. Samuel ayudaba a Alice con Dalton, mientras que Elizabeth seguía marcando el camino. El aire nocturno se volvía más frío, y un leve viento comenzaba a susurrar entre los árboles.Después de lo que pareció una eternidad, divisaron la cabaña de cazadores en la distancia. Era pequeña y estaba claramente abandonada, con tablas sueltas en las paredes y un techo parcialmente colapsado. Sin embargo, ofrecía la protección que necesitaban desesperadamente.—Llegamos —dijo Elizabeth, dejando escapar un suspiro de alivio.Nicholas se adelantó para inspeccionar la cabaña, asegurándose de que no hubiera trampas o señales de ocupación reciente. Cuando estuvo seguro de que era segura, llamó al resto.—Adentro. Vamos a organizarnos y decidir qué hacer después.El grupo entró en la cabaña, dejando
—Es peor de lo que pensaba. —Dijo finalmente, bajando los binoculares—. Hay guardias en las torres de vigilancia, drones patrullando el perímetro y sensores instalados en los caminos principales.Elizabeth, revisando su dispositivo desde una roca cercana, asintió. —La configuración es intensa, pero no imposible. Con los puntos débiles que Dalton mencionó, deberíamos poder entrar si actuamos rápido.Samuel, que estaba cargando su rifle con movimientos precisos, se giró hacia el grupo. —Bien, ¿quién está listo para una locura?Alice miró a Samuel y luego a Dalton, su expresión firme. —No vinimos hasta aquí para rendirnos. Estamos listos.Nicholas trazó un plan rápido sobre el mapa que había extendido en el suelo. —Alice, Dalton y Elizabeth irán por el túnel directo al servidor. Manténganse bajos y muévanse rápido. Samuel, Daniel y yo distraeremos a los guardias y los drones. Tendremos que mantenernos visibles el mayor tiempo posible para darles espacio.—¿Y qué pasa si nos detectan antes
Elizabeth, revisando los datos en su laptop, intervino.—Es cierto. Según la información que obtuvimos, hay un nodo de respaldo en una base secundaria. Si consiguen reactivar ese nodo, podrían restablecer la comunicación en cuestión de horas. Necesitamos impedirlo.Nicholas dejó escapar un suspiro mientras miraba el mapa que había extendido sobre una roca cercana.—Entonces nuestra próxima misión está clara. Tenemos que llegar a esa base secundaria antes de que lo hagan ellos. Si destruimos el nodo de respaldo, dejaremos a Alfa completamente aislados. Eso les dará una desventaja significativa y nos permitirá planear el golpe final.Alice miró a Dalton, preocupada.—Pero ¿Qué pasa contigo? Apenas puedes moverte. No puedo arriesgarme a que te pase algo más.Dalton sonrió débilmente, tocando la mano de Alice con la suya.—No te preocupes por mí. Haré lo que pueda. Pero no puedo quedarme al margen mientras ustedes luchan. Esta es mi guerra también.Samuel se puso de pie, ajustando la corre