52. MOTEL
Entramos con la moto directamente a un garaje techado, y Alexander no permite que me retire el casco hasta que un chico llega y cierra la puerta desde afuera.
—Ahora sí —se acerca y él mismo me ayuda a retirarlo—. Veamos el lugar.
Toma mi mano y subimos unas pequeñas escalinatas que dan a un cuarto de tamaño decente con varias peculiaridades. Obviamente, las comodidades básicas como un buen colchón, una TV de tamaño decente y aire acondicionado están presentes. Aun así, mi vista se queda pegada en aquel gran espejo que está en el techo.
—Es lo más cliché que pude encontrar —dice Alexander, abrazándome por la espalda—. Cosas como grandes tinas y jacuzzis las encontramos en un buen hotel, pero ese gran espejo, no.
Nunca imaginé estar en una habitación así; tengo curiosidad por cómo nos veremos teniendo sexo. Supongo que debe ser excitante ver cómo nos consentimos. Me encanta el cuerpo de Alexander, es toda una obra de arte a mis ojos, pero creo que se verá raro ver el mío completo en acc