Al abrir los ojos, Estrella mostraba una expresión de temor y fingía estar muy asustada. Incluso gritó al ver a los hombres corpulentos que estaban frente a ella:
—¿Qué quieren hacer?
Considerándola una chica sin fuerzas para enfrentarlos, los dos matones no prestaban atención a los pequeños movimientos de Estrella. Continuaban acercándose a ella, sin ocultar su codicia y lujuria.
Estrella retrocedía constantemente, aparentando estar aterrorizada y les preguntó con una voz temblorosa:
—¿Quién les encargó la tarea de secuestrarme? ¿Y qué quieren hacer ahora? ¡Ni siquiera los conozco!
Los corpulentos respondieron sin rodeos:
—Si puedes servirnos bien, te diremos la verdad…
Dicho esto, rieron burlonamente, como si se mofaran de la inocencia de la chica.
Estrella apretó los labios.
En realidad, no quería enfrentar a esas personas. No había ofrecida resistencia alguna solo para saber quién la habían secuestrado. En realidad, esos matones no tenían la habilidad para enfrentarla, ni eran dign