Justo en vísperas de la despedida, Enzo se ofreció voluntario para acompañar a Estrella en su partida. Sin embargo, Estrella frunció el ceño, ya que Enzo nunca había hecho algo parecido durante todo el tiempo que ella estuvo allí. De repente, ofrecerse a acompañarla le pareció una atención innecesaria. Sin dudarlo, respondió:
—No hace falta, tengo un auto que vendrá a buscarme.
No quería que Enzo se acercara demasiado a ella.
Enzo se sintió un poco decepcionado, pero ya esperaba esa respuesta. Cuando pronunció esas palabras, ya se había anticipado a que Estrella le rechazaría. Enzo sonrió irónicamente y, aunque lo entendió en su corazón, no lo mostró, simplemente bromeó:
—Realmente no me das ninguna oportunidad, ¿verdad?
Estrella no entendió completamente el significado de las palabras de Enzo. Tampoco se le ocurrió pensar en otra dirección. Cruzó los brazos y frunció los labios:
—¿Por qué debería darte una oportunidad? ¡No estás persiguiéndome, ¿verdad?!
Enzo miró a Estrella de ma