Por la noche, Paula organizó tres habitaciones.
Cada uno de ellos se retiró a su propia habitación.
En ese momento, Claus y Estrella, naturalmente, no se sentían cómodos durmiendo juntos.
Después de despedirse mutuamente, regresaron a sus habitaciones para descansar.
De repente, un trueno iluminó el cielo, dejando el exterior completamente oscuro.
Paula, en su habitación, se miraba a sí misma en el espejo.
Llevaba una bata de seda color vino, destacando su figura provocativa.
¿Qué hombre no se sentiría atraído por tal belleza?
Paula levantó la comisura de los labios, mirándose en el espejo con una sonrisa satisfecha.
De repente, su rostro mostró una expresión de miedo. Corrió fuera de la habitación y llegó a la puerta de la habitación de Claus, golpeándola con fuerza.
La habitación de Claus estaba al lado de la suya, como resultado de una disposición cuidadosa por parte de Paula.
La habitación de Estrella estaba en el extremo izquierdo, y Paula, maquinando, los separó lo más