2 Amores Prohibidos
2 Amores Prohibidos
Por: Ross Gil
Letrero de idiotas

Lily Stronge

Camino por los pasillos de la universidad intentando encontrar mi salón de clases, apenas era mi primer día, me sentía perdida, no sabia donde tenia que ir exactamente. Pregunté a un par de personas, pero al parecer eran igual de nuevos que yo, y el resto de los estudiantes, solo me ignoraron.

Mis ánimos estaban por el suelo, se supone que debería estar feliz por comenzar en la universidad, pero no lo estaba, y no porque no me gustara estudiar, sino porque el viernes recién me enteré que era la mujer mas cornuda de California. El hombre que se supone me amaba y que por supuesto le correspondía, porque fue el primero con el que estuve y perdí mi virginidad, me estaba engañando con una de las chicas que iba al instituto con nosotros.

Todo pasó muy rápido, y al principio no sabia como reaccionar, iba de camino a la disco, porque mis amigas me habían invitado, pero antes de entrar, vi el auto de Micah, mi novio, estacionado al cruzar la calle, Sonreí pensando que me quería sorprender. Entre negando con la cabeza pensando en lo lindo que podía ser en ocasiones, pero ya dentro del local, solo vi a mis amigas.

Cuando me acerqué a ellas, y le pregunté por Micah, fruncieron el ceño y quedaron con caras de desconcierto, lo que me hizo descartar la idea de que estuviera allí porque ellas lo habían invitado.

Me disculpé con ellas y volví a salir a ver si con suerte lo encontraba dentro del auto, mis pasos eran apresurados, cuando llegué y vi todos las ventanas arribas, pensé que ni estaba, pero escuche unos jadeos dentro y mi corazón se paralizó, pensé que todo lo estaba imaginando, que era solo un sueño, pero cuando puse mi mano para hacer sombra y visualizar mejor, la escena que miré, comprobó mis sospechas.

Micah estaba sentado en el asiento de atrás, tenia los ojos cerrados y por eso no me vio al llegar, una chica morena estaba encima de él con la blusa abajo y las tetas al aire, el se las apretaba y ella brincaba montándolo sin ningún tipo de remordimiento.

Me quedé como tonta parada, mirando la escena hasta que el abrió los ojos y los conectó con los míos, tardó unos segundos en reaccionar e hizo a un lado de forma brusca a la mujer. Esa fue mi señal de que tenia que irme.

No lloré, no soy de desplomarme cuando tengo personas cerca, pero si me dolió, por supuesto que lo hizo, llevábamos un par de años juntos.

Recuerdo que corrí, no me detuve, ni siquiera para mirar si me seguía, que lo mas seguro era eso. Tomé el primer taxi que conseguí, pero no me fui a mi casa, me fui a casa de una tía con la excusa que estaba mas cerca de la disco y estaba cansada, no estaba para dramas familiares y menos a esas horas, por lo que llegué como si nada hubiera pasado aunque las lágrimas querían salir de mis ojos.

Me disculpé con ella y subí a la habitación de mi prima que ese día no salió conmigo porque tenia que ir a clases mañana Sábado, si, estudia medicina y se la pasa mas en la universidad que en su propia casa.

Allí le conté todo cuando ella se despertó al sentirme a su lado, pero todo fue entre susurros porque no quería que se enteraran mis tíos, allí me desahogué. Lloré y lloré, hasta que sentí que ya me había desahogado un poco, hasta que noté que ya no me quedaban fuerzas y así fue como me dormí.

Esa mañana siguiente tuve que salirme muy temprano con mi prima con la excusa que tenia que acompañarla a la universidad, allí nos pasamos el tiempo y la ayudaba en lo que necesitaba, no quería regresar a casa aun, sabia que me tenia que enfrentar a Micah, no quería verle la cara, sabia que lo golpearía por la ira que acumulaba, y como sé un poco de box, sabia también que la cara se niño bonito se la partiría.

Mi prima, que ha sido mi mejor amiga desde toda la vida; me escucho atentamente mientras seguí con el desahogo, así que fue mi pañuelo de lágrimas. El domingo también la pasé en su casa, con la excusa de que teníamos planeado una salida de chicas a mi madre, porque se pondría intensa si le contaba todo lo que había pasado.

En fin; hoy lunes, ya estoy en la universidad, es la misma donde está mi prima, solo que estamos en carreras diferentes, mientras ella estudia medicina, yo me fui por estudios financieros porque mi padre quiere que trabaje en la empresa de la familia.

Para ser sinceros, esta no es la carrera que yo quería, desde pequeña tenia las ganas de estudiar medicina o Psicología, pero lamentablemente no pude decidir. Mi padre es una persona autoritaria, de las que se tienen que hacer lo que el diga, sino correrás con las consecuencias del castigo, y no quiero eso, tampoco perder la herencia que se tiene destinada hacia mi. Una vez, mi hermano mayor, decidió desobedecerle, no fue a una entrevista con unos posibles socios que el le consiguió, y lo terminó apartando de todos y le quitó todas las tarjetas bancarias, casi lo terminó corriendo.

Mi hermano mayor siempre ha sido un rebelde, por lo que se fue de la casa a una habitación en alquiler, hasta que trabajó en lo que quería, así fue como comenzó a tener todo lo que el deseaba, sin la ayuda de nuestros padres. En cambio yo, no puedo hacer eso, quiero estudiar primero, sé que si trabajo medio tiempo, no podré concentrarme del todo en los estudios. Por los momentos, me limito a estudiar y ya veré que hacer.

Ahora estoy aquí, en mi primer día de clases de estudios financieros, a la que llegaré tarde si no consigo la jodida aula.

—Disculpe— me dirijo a uno de los chicos que considero maduro y me puede llevar por tener mas tiempo. El se saca el cigarrillo que tenia en los labios y dirige su mirada de chico malo a mi —¿me puedes ayudar?

Su mirada es intensa, tanto que creo que Correré y me arrepentiré de pedirle un favor.

—¿Qué me darás a cambio del favor?— pregunta echándome el humo en la cara y mirándome de arriba abajo. Comienzo a toser por el olor que desprende

¿Qué le daré a cambio? ¿esta cobrándome por pedirle una información? Frunzo el ceño sin comprender.

—no entiendo, ¿Qué quiere? ¿dinero?

Suelta una carcajada que se me hace siniestra

—eres tan ingenua, niña.

—Yo no soy una niña— Arrugo la nariz —¿Me ayudaras o no?

—Si, te ayudaré— dice sin borrar la sonrisa de su cara —pero ya sabes que estaremos en deuda.

Me quita el papel que tengo en la mano y después de mirar el aula que me toca, comienza a caminar sin esperarme, yo prácticamente corro detrás de él. Es muy alto, de cuerpo delgado, piel pálida y llena de tatuajes, el típico chico malo.

Tomamos un desvío por uno de los pasillos y se detiene de pronto de forma brusca, haciendo que choque con él.

¡Auch!

Me froto la nariz para calmar el ardor, él voltea y se ríe de mi momento.

—Es aquí— dice mirando por la ventanilla de la puerta —te toca clases con Roshwell, creo que llegaste tarde.

—No me digas— uso el sarcasmo volteando los ojos aun con mi mano en la nariz —casi ni lo noto.

—déjame ver esa narizota— me quita la mano de forma brusca para evaluar la nariz —Creo que no tienes sangre, solo mocos.

Le doy un manotazo y me vuelvo a cubrir la nariz para que no la siga viendo y el se echa a reír de nuevo. Viéndolo bien, me gusta su risa. 

—no es gracioso— lo miro mal —y gracias por ayudarme.

Intento caminar, pero me detiene por la muñeca, me jala contra su cuerpo dejándome sorprendida y desorientada. Estampa sus labios en los míos y Quedo en shock por tan grande abuso y cuando se aparta de mi, me dedica una sonrisa traviesa, como si hubiera pasado algo casual y fuera un juego divertido para él.

—creo que debes aprender a besar— se limpia la parte de abajo del labio de forma sensual con su pulgar y yo lo empujo lejos

—¿Qué crees que haces, imbécil?— me limpio la boca y lo fulminó con la mirada

—cobrándome el favor que te hice— rueda los ojos —Pero ya me voy, sino no te dejarán entrar. Aunque igual no creo que lo haga. 

Me da la espalda y se va, mientras yo me quedo allí aun impactada. ¿Son así todos los chicos de la universidad? ¿Por qué no le patee las pelotas? Creo que es por miedo, estoy en un mundo nuevo que desconozco, y no supe como reaccionar.

Abro la puerta de forma distraída dispuesta a disculparme, pero me quedo paralizada cuando se hace un silencio en el salón, todos me miran y siento que me hago pequeña, voy a mirar al profesor para pedirle disculpas, pero no me puedo mover, siento calor repentino.

¡Dios! ¿ese es mi profesor? ¿es así de bello o lo estoy imaginando? ¡Concéntrate Lily! 

—Señorita ¿necesita algo?— su porte serio y ¡esa voz! Gruesa y varonil.

Tengo las piernas de gelatina y mi voz me traiciona, no quiere salir. Todos se me quedan mirando y la vergüenza es la que me hace reaccionar.

—¡Disculpe!— es lo que logro decir antes de cerrar la puerta e irme de allí muy rápido.

¡Oh por favor! ¿se puede ser mas patética?

Hoy definitivamente no es mi día, falta que un perro venga y me orine en los pies. Gruño en frustración y me siento en una de las bancas del área verde, saco mi móvil y le escribo a mi prima un texto preguntándole si esta libre ahorita, su respuesta llega a los minutos

“No, nena. Ahorita estoy en clase de genética, aún me falta para terminar”

Sé que no me puedo ir, tengo que mas clases, así que respiro y cierro los ojos, me digo a mí misma que todo saldrá mejor. 

—¿Así los cierras también cuando tienes un orgasmo?— esa jodida voz que me hace enfurecery sobresaltar

—¿Siempre eres así de cochino?

El se ríe de mi comentario y se acerca más, pero lo ignoro y saco la hoja donde tengo el resto de las materias que me tocan hoy

—créeme que si me conocieras en la cama, me llamarías de todo, menos cochino— ruedo los ojos

‹‹imbecil››

—¿Puedes ir a molestar a otra?— no lo miro, sigo en lo mio —No sé, quizás te consigas a una que te soporte.

—No. Es mas divertido molestarte a ti— se sienta frente a mi y no me quita la mirada —¿Quieres que te ayude con eso?

—No, gracias. No quiero deberle favores a un demonio.

Suelta otra carcajada, pero como no estoy para sus sandeces, me levanto y me voy dejándolo atrás con la voz estridente de su risa.

¿Por qué tengo que cruzarme puros idiotas? ¿Tengo un imán para atraerlos? Parece que tengo un letrero donde dice “todos los idiotas acérquense” ¡Aarg! Seguiré por mi cuenta, buscando las aulas.

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