Lily
El café donde entro es sin duda nuevo para mi, a pocos minutos de la universidad, bastante espacioso, con mesas de vidrio y bastante elegante. Los ventanales desde arriba, hace que se vea gran parte de la zona de California donde me encuentro. El día es caluroso y por suerte tiene aire acondicionado para refrescar. Saludo a mi amiga que me mira con cara de perro.
—Pensé que no llegarías, tengo casi una hora esperándote.
—Lo siento— le doy una sonrisa de disculpa y tomo el menú —Es que hoy fue un día de locos, por eso te llamé, para contarte, sabes que te tengo más confianza que a cualquiera.
Viene el chico que atiende las mesas con su libreta y pedimos ambas lo mismo; espaguetis a la parmesana, con salsa de mariscos y jugo de fresa.
—Y si te agregas tu al menú, ya tendría mi postre— le dice mi amiga al camarero que es de unos veinti tantos, y el chico se sonroja. Se da la vuelta y nos reímos cuando mi amiga se le queda viendo el trasero —Creo que está como para nalguearlo.
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