El mundo mostrado desde el lado de alguien que sufre T.O.C. Guzmán nos muestra cómo se siente en su día a día, compartiendo las imágenes de escenas cotidianas a través de unos ojos distintos. Tendrás una percepción de nuestro entorno que nunca te habías planteado, seguramente porque no habías prestado la suficiente atención a cómo te comportas a diario en las situaciones más simples. Hay personas que lo pasan realmente mal, y, además, nadie las comprende. Este personaje, narra la historia de su vida con sus propias palabras, mostrada siempre desde su peculiar forma de ver el mundo, donde para él, realmente los que actuamos de una forma extraña, somos todos nosotros. Aparte de este trastorno que le complica a diario las cosas, por si fuera poco, a través de los sueños consigue tener acceso a rincones de la mente totalmente inexplorados, sitios cargados de misterio a los que nosotros nunca hemos tenido acceso. Al llegar allí conecta con mundos repletos de fantasía, también se encuentra con personas que requieren de su ayuda. Por eso cuando leas estas líneas, verás que no eres tan distinto a él. Porque todos tenemos nuestras costumbres, manías y arrastramos fobias o miedos. Eso es lo que nos hace ser diferentes. Acabarás reconociendo que todos, absolutamente todos, somos un poco maniáticos, en mayor o menor medida. Guzmán es un buen chico que convive como puede arrastrando traumas del pasado, que quizás le hayan convertido en la persona que es hoy, pero la gente "normal" lo tacha injustamente de loco porque actúa de un modo diferente. Para él, diagnosticado de T.O.C. y su modo de ver la vida, los que nos comportamos de forma extraña somos nosotros.
Ler maisEl chico sujetó el vaso, como había hecho otras tantas veces, solo que esta vez lo hizo mirando al terapeuta como preguntándole donde debía ponerlo, en una situación tan extraña como incómoda, entonces este, fingió ser simplemente un despiste y le invitó a beberlo mientras le decía.—¡Perdón por mi torpeza! Bebe, no te preocupes, ahora sacaré el vaso. —El chico sujetaba el vaso sin entender bien que es lo que pasaba, y en la espera incómoda se vio casi forzado a beberlo, mientras el Doctor ojeaba unas notas apuntadas en la agenda que había sobre la silla, en un más que ensayado juego, donde le hizo un gesto para poder llevarse el recipiente de cristal hasta la sala contigua, entonces Guzmán apuró de un sorbo el poco líquido que quedaba, haciendo una extraña mueca en la que arrugó por completo el entrecejo, saboreando mientras gesticulaba con los labios, como si en verdad aquella agua le hubiese sabido de un modo extraño.De regreso del despacho principal, García traía consigo
Sonó el teléfono en la recepción de la consulta del Doctor que intenta mantener a raya los trastornos de Guzmán desde siempre, y la servicial secretaria que organiza la apretada agenda de un reconocido especialista de la mente humana, previa rápida consulta a su jefe por el interfono que había sobre la mesa, enseguida le pasó la llamada, en la que pudo oírse un dialogo escueto, pero totalmente entendible desde el interior de un cómodo y bien decorado despacho. — ¡Señor James Quirón, cuanto tiempo! Dígame, ¿a qué se debe…? —y no consiguió acabar de formular su pregunta, cuando el tono alterado de la persona al otro lado del cable podía oírse farfullando casi a gritos un monólogo que el Doctor que observa la pared cargada de diplomas, ni siquiera intentó atreverse interrumpir, oyendo con atención como vomitaba todo tipo de improperios respecto al comportamiento de alguien que le estaba ocasionando más de un serio dolor de cabeza. Y tras unos segundos, según iba decreciendo el
Santiago de Chile, nombre del periódico local “Diario Las Ultimas Noticias” fecha de impresión 8 de febrero de 2008, una columna en la sección de sucesos se abría con un texto que decía así:Un trágico accidente tuvo lugar durante la noche de ayer en la calle avenida de España, a la altura del número 471, donde se presentaron los servicios de emergencias tras recibir una inquietante llamada, la que alertaba de un hombre que residía en la citada dirección, estaba en peligro por un posible escape de gas. Tras recibir el aviso, los primeros en llegar hasta el lugar fueron una patrulla del servicio de Carabineros de nuestra ciudad compuesta por dos agentes. Los cuales intentaron acceder al interior de la vivienda en la que nadie respondía a la llamada de la autoridad, los vecinos al escuchar el revuelo, insistieron en que el hombre que allí residía era invidente, pero según ellos, tenía siempre asistencia en casa asignada por una empresa de la localidad. La ayuda fue concedida gr
Bajé las escaleras intentando no hacer mucho ruido, a sabiendas que a las cuatro de la madrugada todo sonido era escuchado por los oídos de María, no era algo que hiciese adrede, pero ella inconscientemente siempre estaba alerta, preparada para actuar en cualquier momento debido a un sueño tan frágil que era quebrantado por el más mínimo ruido. Caminando descalzo y a oscuras por unos amplios pasillos que todavía tengo dibujados al milímetro en mi mente, a toda prisa crucé los metros necesarios que separaban mi dormitorio del teléfono del salón, con un prodigioso sigilo que me otorgó el pasar tanto tiempo en soledad dentro de aquellos muros. Recuerdo cerrar la puerta para evitar ser descubierto, y marcar el número de urgencias, a sabiendas que iba a ser tachado de loco, sin saber bien que iba a decir, el teléfono que apretaba sobre mi oreja comenzó a emitir el primero de sus tediosos tonos, llegando a dar solo un par de ellos, de repente el aur
Entre un vaivén constante de zarandeos provocados por mi alterado estado de nervios, farfullaba algo que no alcanzaba a comprender, entonces intenté que abriera los ojos con la única intención de saber cómo podría ayudarle, pero estaba desfallecido. A saber, cuánto tiempo llevaba respirando ese aire asfixiante del que ni siquiera yo podía escaparme, mezclado con una neblina espesa en la que era incapaz de orientarme. Entonces reaccionó abriendo poco a poco los párpados, mostrando la misma mirada siniestra que recordaba de nuestros anteriores encuentros, se mostraba extrañado al verse tumbado en el suelo, frunció el ceño e intentó incorporarse mientras tosió casi sin fuerzas, agarrándome de los brazos en un acto impulsivo con el que se aferró haciendo presión con sus manos en mi piel, en la que noté de nuevo como era desgarrada por el filo de sus uñas, de la misma forma que la vez en que nos conocimos. Intenté calmarlo sin apenas
Y una vez acabado el acto obligatorio de alimentarme como cada noche, acerqué las sobras junto con el plato, cubiertos y vaso hasta la encimera en un gesto que siempre me agradecía María con una mirada de complicidad sin siquiera decírmelo. Y como a nadie tenía que dar explicaciones, me subí los peldaños hasta mi cuarto de dos en dos, con la agilidad propia de alguien que está en la flor de la vida, yendo a acabar con grandes zancadas hasta el cuarto de baño en el que inicié como cada fin de día con el acostumbrado protocolo de higiene dental antes de acabar bien arropado dentro de mi cama. En el que un cepillado a conciencia siempre era seguido de varios envites enérgicos a conciencia con el hilo dental, siempre comenzando por la derecha y de arriba abajo, o sea, un diente de arriba y uno de abajo, así hasta llegar hasta el último de la izquierda. Y es que cada uno tiene sus costumbres, en la que cualquier ruido o distracción alguna que otra vez me llevó a perder el orden que lleva
Último capítulo