ISABELLE Ahora la vida me parece diferente, como si estuviera caminando sobre cáscaras de huevo en una habitación llena de secretos. Y en el trabajo es aún peor. Cada clic del teclado, cada mirada de un compañero, todo me parece demasiado. Como si formara parte de un rompecabezas más grande que apenas estoy empezando a comprender. Estoy escribiendo un correo electrónico cuando su voz rompe el silencio de la oficina. «Señorita Reynolds, a mi despacho. Ahora mismo». El tono de Jake es seco, como siempre, sin dejar lugar a discusiones, y siento un vuelco en el estómago, no sé si por nervios o por enfado, pero cojo mi libreta y me dirijo a su despacho. La puerta se cierra detrás de mí con un suave clic. Su oficina es inmaculada, toda de madera oscura y muebles elegantes, igual que él, calculadora e intocable. No levanta la vista de inmediato, solo hojea un expediente, con el ceño fruncido. «Siéntese», dice, mirándome por fin. Obedezco, agarrando el bloc de notas co
Ler mais