Narrado por Dra. Emma MillerLa luz artificial de la cocina del penthouse a las tres y media de la mañana nunca se había sentido tan acogedora. Me senté en el taburete de mármol, envuelta en la camisa de Nick (que olía deliciosamente a él y a la pasión de la noche), y esperé.Nick regresó diez minutos después, su rostro era una obra de arte de la indignación contenida. Había atravesado la ciudad por un antojo. Había desafiado el Protocolo Nutricional por mí."Aquí está," declaró, dejando un bol en la barra con el cuidado de quien manipula material radioactivo. Dentro, se encontraban los elementos de mi deseo: una rebanada de pan tostado, untada meticulosamente con crema de cacahuete, una capa uniforme de miel, y sobre eso, rodajas de pepinillo perfectamente cortadas. A un lado, el

 Narrado por Dra. Emma MillerMi día libre. El Protocolo de Conexión se había trasladado del hospital a nuestro penthouse, y con él, la peor variable que jamás había conocido: mis propias hormonas.Si mi vida antes era una ecuación de precisión, ahora era un gráfico errático en el monitor cardíaco. En un lapso de cuatro horas, mi estado emocional había girado 360 grados, dejando a Nick, el Dr. Control, al borde del colapso lógico.El día comenzó de maravilla. Desperté envuelta en Nick, y el sol de la mañana era perfecto. Sentí una oleada de pura euforia, una felicidad que no estaba justificada por ninguna cirugía exitosa.Me levanté y preparé un desayuno ridículo: panqueques con sirope, fresas y una cucharad

 Narrado por Dr. Nick BrownEl dolor no era una emoción; era una condición médica. Una isquemia cerebral de origen emocional. No había lágrimas, no había gritos. Solo una presión asfixiante detrás de mi esternón. El Protocolo del Dolor exigía una respuesta, pero mi cuerpo estaba en shutdown total.Me quedé allí, en el pasillo, mirando a la Dra. Han mientras se alejaba. El bebé se había ido. Nuestro pequeño caos, el motor de nuestra tregua, había desaparecido. Y yo había elegido a Emma. Había condenado a nuestro hijo.No, no lo había condenado yo. El camión. El universo caótico. Pero mi mente, la mente del cirujano que se cree capaz de controlar la vida y la muerte, se aferraba a la culpa como un bisturí.El dolor por mi

 Narrado por Dra. Emma MillerEl dolor no se sentía como una herida; se sentía como un espacio vacío dentro de mi cuerpo, un silencio absoluto donde antes había habido un latido constante. Había tirado las vitaminas, había volcado el vaso. Quería romper algo que no fuera mi propia alma.Mi ira no era por el bebé—esa era una herida de la que me ocuparía a solas—sino por la mentira de Nick. Su Protocolo de Protección me había negado la dignidad de mi propio dolor. Me había tratado como una variable frágil que necesitaba ser gestionada.Y ahora, el único camino para salir del exilio y la pena no era la emoción, sino la lógica. La lógica del contrato.Cuando la puerta de la Suite 3 se cerró, sellando la exclusi&oac

 Narrado por Dra. Emma MillerSeis meses. Seis meses de un limbo exquisito y frío. Me había condenado a esta existencia.Me movía por el salón de baile del Metropolitan, un brazalete de diamantes en mi muñeca y un vestido de Kane que gritaba "inversión segura". La música era una sinfonía de superficialidad, y yo era la pieza central de la exhibición de Jameson Kane.El proceso de divorcio se había estancado en una guerra legal fría, dirigida por Kane, que se deleitaba en cada táctica dilatoria. Mientras tanto, Kane había declarado a la ciudad que yo era su prometida. Yo no lo corregía. Era mi penitencia. Por miedo y autocastigo, me estaba convirtiendo en la versión más fría de Nick.Mañana era mi cumpleaños. Y cada año que se sumaba era una distancia más larga del día en que el caos era amor. Yo había roto el futuro de mi hijo. Yo había roto el corazón de Ni