Narrado por Dra. Emma Miller

La luz artificial de la cocina del penthouse a las tres y media de la mañana nunca se había sentido tan acogedora. Me senté en el taburete de mármol, envuelta en la camisa de Nick (que olía deliciosamente a él y a la pasión de la noche), y esperé.

Nick regresó diez minutos después, su rostro era una obra de arte de la indignación contenida. Había atravesado la ciudad por un antojo. Había desafiado el Protocolo Nutricional por mí.

"Aquí está," declaró, dejando un bol en la barra con el cuidado de quien manipula material radioactivo. Dentro, se encontraban los elementos de mi deseo: una rebanada de pan tostado, untada meticulosamente con crema de cacahuete, una capa uniforme de miel, y sobre eso, rodajas de pepinillo perfectamente cortadas. A un lado, el