Punto de vista del escritorEl teléfono de Lorenzo vibró en el bolsillo de su chaqueta justo cuando salía de la reunión con la familia Deazle. La habitación olía a puros, y solo tenía un pensamiento: Martha. El mensaje de la cocinera había sido breve y urgente: estaba en peligro.«Ahora no», murmuró, colgando. Andrew lo alcanzó en el pasillo, con las cejas arqueadas como esperando que Lorenzo dijera algo. Lorenzo no respondió, solo empujó las puertas. Afuera, todo se sentía extraño e inquietante a la vez.En la mansión de Lorenzo, la voz de Lila resonó en el aire. «Evacuen. Ahora».Los Jinetes del Pecado, un pequeño grupo aún escondido cerca del patio, obedecieron sin dudar, haciendo rugir sus motos. No discutieron, solo se miraron entre sí. El miedo y el respeto por ella se mezclaban en sus movimientos. Lila no esperó confirmación. Ya había marcado las rutas de escape; siempre va dos pasos por delante. La moto de Lorenzo rugió a lo lejos; Andrew lo seguía de cerca. El polvo se levan
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