CAINEAgachándome, gruñí mientras Samira trepaba por encima de mi cabeza. Fue algo incómodo, pero me permitió acercarme bastante a su delicioso trasero, así que ¿quién era yo para quejarme? Ella me ofreció mi cono; lo tomé, lamiendo de inmediato algunos puntos donde se derretía.—Ah —dije—. Está bueno.—Te lo dije —respondió, sentándose en el banco. Tenía los ojos bajos, concentrados en su helado, moviendo un pie como una niña emocionada. No lo dijo en voz alta, pero estaba seguro de haberla animado con mis ridiculeces.—Entonces —dijo, moviendo su helado de lado a lado—, ¿“Badd” es el apellido normal para una familia rica, famosa y oh-tan-real?Reí por lo bajo.—No. Mi padre vino aquí hace mucho tiempo. No quería pelear con su familia en su país natal por quién gobernaría allí. Nuestro apellido real es otro. —Exagerando mi pronunciación, dije—: Caine Fredrickson. Suena menos impresionante que Badd, si me preguntas.—Vaya. ¿Y cómo consiguió cambiarlo?—Siempre fue rico, pero mi madre…
Leer más