JaquelineApreté la correa de mi bolso con tanta fuerza mientras caminaba al lado de Alexandre, que por momentos sentí que iba a romperla. El sonido de mis propios tacones, marcando cada paso, parecía delatar la tensión que cargaba por dentro. Era como si cualquiera que cruzara nuestro camino pudiera descubrir, con solo una mirada, la atracción irresistible que existía entre nosotros.Alexandre, en cambio, caminaba con la calma de quien tiene el control absoluto de la situación. Su paso era firme, seguro, casi arrogante. Me guiaba por los pasillos como si yo ya le perteneciera y todo el territorio a nuestro alrededor fuera suyo, lo cual, de hecho, era cierto. Exhalaba poder, encanto y una confianza temeraria, y eso me confundía aún más.Las empleadas que pasaban junto a nosotros redujeron el paso intencionalmente solo para observarlo. Miradas brillantes, sonrisas encantadas, suspiros disfrazados entre risitas nerviosas. Una punzada de celos me atravesó el pecho. Alexandre notó mi irri
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