C78- SOSPECHAS.La luz de la mañana entraba a montones por el ventanal, cálida y clara, iluminando el uniforme nuevo de Leah mientras ella giraba sobre la cama con emoción y nervios. La falda plisada se movía con cada salto, y la chaqueta azul marino parecía demasiado grande para sus hombros pequeños.Rachel estaba allí, de pie, apenas apoyada en el marco de la puerta, mirándola con una ternura que le apretaba el pecho, porque en Leah había encontrado algo que no se esperaba: el deseo urgente de proteger, de cuidar, de llenar silencios con abrazos.La pequeña se detuvo, respirando agitada, sosteniendo la corbata roja con los dedos temblorosos.—¿Y... y tendré amigos, Rachel? —preguntó en un hilo de voz, tan frágil que parecía que podía romperse con un soplo—. ¿Amigos con los que pueda hablar?Ese "hablar" le atravesó el alma. Era un sueño enorme para una niña de seis años con mutismo selectivo. Rachel se acercó y se sentó en la cama, acomodando el moño de Leah con cuidado.—Claro que
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