Ese día, el rabino estaba en el mercado, dedicado a su habitual carterismo, cuando oyó la proclamación del rey por boca del pregonero. ¡Una oportunidad de ser rey! Muchos jóvenes la aprovecharían sin dudarlo, pero con las brujas, sabía que la mayoría preferiría conservar su vida campesina antes que no tenerla. Su miedo a las brujas era mayor que cualquier deseo de trono. Pero él tenía una ventaja: ya había convivido con una bruja y, con ese pequeño encuentro, había aprendido sus métodos. Acabar con ellas era muy posible y alcanzable, pero sabía que no podía hacerlo solo. Tenía que ir a ver al rey y contarle lo que sabía.¿Y qué había de Susana, su amada? ¿Acaso no le importaba que la mataran junto con su pueblo? A decir verdad, se sintió mal por un momento por lo que estaba a punto de hacer, pero de inmediato dejó que sus deseos egoístas disiparan cualquier sentimiento de culpa que albergara. El amor entre él y Susana se fue desvaneciendo con el tiempo, y Rabí ni siquiera estaba segur
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