Bianca notó las miradas en la sala, todas posadas sobre ella y Riley. Incómoda, retiró la mano, soltando en el proceso la que Riley tenía sobre su vientre.Ruborizada, dijo con un dejo de fastidio:—Me torcí el pie, no el estómago. ¿Cómo iba a dolerme el estómago?Riley se detuvo un instante, ignorando por completo la atención de todos. Se agachó a medias, colocó suavemente el pie de Bianca sobre su regazo y, con una mezcla de ternura y autoridad, le quitó los tacones.Al ver la hinchazón de su tobillo, frunció el ceño con preocupación y la reprendió mientras masajeaba con cuidado:—Ni siquiera puedes caminar bien, y aun así insistes en usar tacones. Y ahora, estando embarazada… Si llegas a caerte, las consecuencias serían graves.Tener a Riley masajeándole el pie delante de toda la familia, siendo regañada como si fuera una niña, hizo que el rostro de Bianca se enrojeciera como un camarón hervido.Avergonzada, intentó apartar el pie.—Ya está, deja de hacer tanto drama. No volveré a
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