—Pues quédate con él entonces —repuse, esbozando una sonrisa fría.El rostro de León se demudó al instante, reprimiéndome en voz baja:—Esto es una locura, es el talismán de Luna de la manada.Pero Lisa ya lo había arrebatado y se lo colocaba, mostrándolo con coquetería:—León, ¿me queda bien?La mirada que León le dirigió estaba impregnada de una ternura que jamás me había dedicado. Asintió sin dudar.Solo entonces recordó mi presencia, volviéndose para susurrar con incomodidad:—Deja que Lisa lo use un tiempo. Para la ceremonia te lo devolveré —respondí con indiferencia.En mi vida anterior, esa escena se había repetido incontables veces. Nunca hubo devolución.Al llegar al centro comercial, Lisa se apresuró a probarse todos los anillos disponibles, arrastrando a León a ver otras joyas.Cuando finalmente fue mi turno, cada pieza que seleccionaba recibía una crítica mordaz de sus labios.La vendedora, visiblemente incómoda, balbuceó:—Disculpe, estos son todos nuestros diseñ
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