POV de CerceiMi corazón latía con fuerza mientras uno de los hombres revisaba minuciosamente a cada persona que subía y bajaba del barco. Por instinto, pensé en dar la vuelta, pero otro grupo bloqueaba la salida detrás de mí, cortando cualquier escape.La desesperación me oprimió el pecho, las lágrimas amenazaban con brotar al darme cuenta de que no había salida. Solo me quedaba un simple pañuelo y unas gafas oscuras para mantener la calma y aparentar normalidad, rogando no llamar la atención.Al acercarme al hombre que inspeccionaba, mi corazón golpeaba tan fuerte que parecía retumbar en mis oídos. Su mirada me atravesaba, y sentí el sudor frío recorrerme la frente.Un suspiro de alivio escapó de mis labios cuando, al fin, apartó la vista. Esbocé una sonrisa débil, agradecida de haber logrado subir a bordo. Ahora debía encontrar a Mamà y a mi tía. ¿Estarían ya aquí? El barco estaba a punto de zarpar.El sonido de la bocina anunció la inminente partida. Miré a mi alrededor con ansied

POV de CerceiA medida que los hombres se acercaban, sus pasos resonaban con una intención ominosa y el ambiente se volvía cada vez más tenso. Mamà y mi tía se mantuvieron firmes, mostrando un coraje impresionante mientras se enfrentaban a sus enemigos con una lucha feroz y tenaz. Mi corazón latía con fuerza en el pecho; yo solo era una espectadora aterrada, incapaz de huir más lejos o de intervenir en la pelea que se desarrollaba a unos metros de mí. Un disparo sonó en medio del terror, dirigido a mi madre. Grité horrorizada, mi voz cargada de miedo por su seguridad mientras corría de regreso hacia ellas.Me quedé paralizada, mi cuerpo me traicionaba mientras mis súplicas para detener la violencia caían en oídos sordos. Mis gritos desesperados se esparcían por el aire, pero era como si el mundo entero se hubiera vuelto sordo a mi angustia.—Por favor, déjennos ir —supliqué con cada gramo de fuerza que quedaba en mi temblorosa voz.En medio del caos, el sufrimiento de Mamà era evident

POV de Remus—¡Idiota de mierda! —rugí, con la rabia desbordándome. Un golpe certero aterrizó en la mandíbula de Russo, haciéndolo desplomarse al suelo.—¡Los tenías en tus manos y los dejaste escapar! —espeté, agarrándolo del cuello de la camisa mientras yacía allí, con la sangre chorreándole de la nariz y la boca por mi furioso golpe.Incluso en medio de su dolor, Russo logró hablar:—Los hombres de Lord Lucian, dirigidos por Frank, nos interrumpieron. Se llevaron a Emilia. —Se estremeció, anticipando mi furia.—¿Qué? —mi mandíbula se tensó con fuerza, la noticia golpeándome como un mazo.—El mayordomo de Lucian se llevó a Emilia —repitió, esta vez con más claridad.La tomó. Lucian ya había puesto en marcha sus planes.Solté a Russo, arrojándolo de nuevo al suelo para que pudiera recuperar el aliento.—¡Inútil! —mascullé entre dientes.Los objetos de mi escritorio pagaron las consecuencias de mi frustración cuando los barrí con violencia. Lucian había permanecido inquietantemente en

POV de CerceiHan pasado tres días desde que mi tía me soltó aquella devastadora revelación. Incapaz de lidiar con el torbellino de emociones, me encerré en mi habitación, rechazando toda compañía y alimento.Las ganas de llorar y liberar todo lo que me consume por dentro son abrumadoras, pero me siento extrañamente insensible. Es como si mis lágrimas se hubieran agotado, y el tiempo pasara sin que yo lo notara en este vacío en el que me encuentro.Desde la ventana observo el mundo afuera, viendo al sol subir y a la luna descender, desconectada de su ritmo natural.Mi tía ha intentado visitarme varias veces, incluso trayendo ella misma las comidas y rogándome que comiera. Pero sus palabras se desvanecían, mientras mi mente se refugiaba en un lugar distante, como si decidiera apartarse de todo. Temo estar perdiendo la cordura.Muy seguido me descubro imaginando escenarios distintos junto a mi querida Mamà. Qué distinta sería mi vida si las cosas hubieran ocurrido de otra manera. El arr

POV de Cercei—¿Cuál es el plan? —preguntó la tía Melanie, con un brillo decidido en los ojos.Después de mi sincera conversación con Vincent, comprendí con claridad que hundirme en la desesperación y odiar al mundo no me llevaría a nada. Era hora de salir de mi encierro autoimpuesto.Al dar ese paso hacia afuera, la tía Melanie me envolvió en un cálido abrazo, sus emociones desbordándose en lágrimas de alivio y gratitud hacia Vincent, al punto de que resultaba un poco incómodo.—Recuperemos a mi madre —declaré con una voluntad implacable.—Eso suena más a un deseo que a un plan concreto, querida —respondió la tía Melanie con una sonrisa irónica, levantando apenas el labio superior.En ese momento nos encontrábamos en el despacho de Vincent. Éramos tres: mi tía, él y yo, acompañados por algunos de sus hombres de confianza. Habíamos decidido mantener nuestras intenciones en secreto frente a los ancianos, evitando así cualquier debate sobre el matrimonio arreglado.—Empecemos con lo ese