Celina se quedó paralizada. Su corazón latía tan fuerte que parecía querer salirse de su pecho. Abrió los ojos como platos, incapaz de apartar la mirada de la escena que se desarrollaba frente a ella.Thor estaba ahí, con los pantalones abajo, su empleada sentada sobre la mesa, el vestido levantado, las piernas envolviendo su cintura. La mujer echaba la cabeza hacia atrás, gimiendo alto, mientras Thor, con un tono ronco y cargado de deseo, murmuraba palabras picantes para ella. El toque posesivo de él, la manera como la sostenía con fuerza, contrastaba brutalmente con el recuerdo que invadió la mente de Celina.De repente, destellos de días atrás la golpearon con violencia. Vio a César en el escritorio, entrelazado con Nicole, su toque lascivo, la risa sarcástica de la amante. Vio también a Thor en el hotel, esa noche, acariciando su rostro con un cariño inesperado, mirándola a los ojos como si viera algo más allá de su fachada de arrogancia y frialdad. ¿Cómo podía ser tan bruto e in
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