~Narradora omnisciente~La capacidad de las personas para amar puede ser tan grande y tan ciega que van cometiendo errores tras errores y no son capaces de darse cuenta por la venda invisible que hay en sus ojos y no logran ver que hay quienes no merecen ser amados, sino que merecen todo lo malo que puede existir en el mundo, y no por egoísmo o por venganza, sino porque son todo lo que está mal en la vida y todo lo que puede acabarte en un descuido. Pero también hay quienes no tienen la capacidad de amar ni de creer en las personas, aunque se le ponga de rodillas enfrente y le juren que lo aman, en sus corazones siempre hay dudas y nunca pueden confiar en nadie que venga con una bonita cara y unas palabras bonitas que al final de cuentas se las llevará al viento. Son dos maneras de pensar y de ver el mundo diferente, y tan caóticas que podrían chocar entre sí, Analía conoce de ambos mundos, un día fue inocente y pensaba que podía cambiar a cualquier persona que le dijera que la amab

~Analía~Decidí quedarme con Mariana en el hospital y no regresar al departamento, dije que voy a recuperar a mi familia y eso es lo que haré. Aunque mi madre se haya fracturado una pierna, eso es la única excusa que tengo para estar cerca de todos y tengo que aprovechar este momento.—Pensé que se había ido.La voz de mi padre me hace girar la cabeza. Se sienta a mi lado.—Qué bueno saber que mi hija cuenta con amigas buenas como usted. Le sonrío.—No es necesario que me hable de usted, puede ser menos formal. Y no soy amiga de Mariana, estábamos juntas por casualidad y me ofrecí a traerla.Me queda mirando con sus ojos pequeños por todo lo que ha llorado, el amor que le tiene a mi madre es infinito.—Tu mirada me recuerda a alguien que conocí hace mucho tiempo —musita, mirándome—. Hace años no veía la misma mirada y esos ojos negros tan llenos de misterio.Siento una presión en mi pecho al escuchar lo que dice. Si él supiera que esa persona de la que habla soy yo todo sería distint

~Analía~Me ofrecí para cuidar a mi madre, Mariana no podía y mi padre tampoco, así que aproveché la oportunidad para quedarme en su casa, aunque es pequeña y no tan bonita, se siente la tranquilidad de una buena familia, esa sensación siempre me ha gustado, me ha hecho sentir tranquila.—Me acuerdo de ti.Me dice mi madre, dejándome inmóvil. Estaba preparándole el medicamento.—Fuiste la chica que me ayudó el día que se me cayeron las cajas.Volteo a verla y tiene una sonrisa.—Sí señora, fui yo —le paso su medicamento—. Tiene buena memoria.Me sonríe.—No sabía que eras amiga de mi hija, me pareces una buena chica —me queda mirando—. Ella me dijo que tú pagaste la cuenta del hospital, y que te quedaste hasta que me sacaron. Gracias por hacerlo.—No fue nada, lo haría por cualquier persona. Me siento a su lado, rozando mis dedos con los suyos de manera disimulada. Esto se siente tan bien. —¿Por qué te quisiste quedar? Ya estoy vieja, y tú estás joven, necesitas diversión.—No tengo

~Analía~ —¿De verdad piensas ir a la fogata? Tú nunca vas, dices que es aburrido. Insisto, mirando a Alex. No he dejado de quejarme en todo el camino porque él va. Quería un momento a solas, veo que no se puede. —¿Podrías callarte, Analía? Ya no te soporto.—¿Por qué no me callas tú?Lo reto, me mira con una sonrisa retadora, y solo niega con su cabeza.—Dejen de discutir, si tienen ganas de coger se pueden bajar.Habla Fabián, sin mirarnos. —¿Acaso ustedes dos tienen algo?Esta vez la que habla en un tono interrogativo es Sabrina. —¡No! Alex y yo hablamos en unísono.—Parece que sí, llevamos la mitad del camino y no han dejado de discutir.Insiste Fabián. —Hasta yo estoy por creer que sí tienen algo —Sam sigue conduciendo—. Podrían tener sexo intenso en el lago, pero no aquí.¿Es mi amiga o mi enemiga? —¿Sabes que me encantaría que una fuerza sobrenatural te cortara la lengua? Me estresa tu voz.Alex aprieta mi pierna.—Créeme, te la cortaría a ti primero. La vida está harta

~Alex~—¿Quieres que lo mate? Estás demente.Puedo ver la cara de Analía llena de incertidumbre, pero si ella pretende que yo confíe en su palabra quiero que me demuestre que no le va a temblar la mano para dispararle a ningún cabrón. —Quiero que lo hagas, es la única manera en la que puedes entrar al negocio. —No lo mataré, puedes pedirme otra cosa, pero no eso.Intenta alejarse, pero la tomo del brazo y a la fuerza le doy el arma.—Lo matas o te mato yo.—Ella no lo hará, es una cobarde, su valentía es tan poca que prefiere morir ella que matarme.—¡Tú cállate!Analía le da una cachetada, logrando que se calle.—Hazlo.—Alex…—Es un disparo y ya, no es la primera vez que lo haces, recuerda cuando me salvaste.Cierra sus ojos durante varios segundos, y cuando los abre su mirada se ve distinta, es como si algo hubiese renacido en ella y eligiera el mal.—Lo haré.Le apunta al ruso con decisión.—No podrás hacerlo, perra…—¡Te dije que te callaras! Le da un golpe con el arma en la c