Al ver lo que su padre acababa de hacer, Eloá se lanzó frente a él, intentando intervenir.— ¡Para con eso, papá! ¡La culpa no es de él, es mía!— ¡No intentes defenderlo, Eloá, no sabes cómo funciona la cabeza de los hombres! — explotó Saulo, con los puños aún cerrados.— Papá, por favor, escúchame
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