Mateo daba vueltas en la cama, no podía pegar un ojo y para nada estaba tranquilo. Cuando llegaron al Penthouse, todos se ducharon, cenaron, a pesar de ser de madrugada, y se fueron a descansar. Nadie había dicho mucho, ni siquiera el tío de Aye había soltado alguna de sus perlas; todos estaban extremadamente cansados, sin embargo, él seguía dando vueltas y sabía la razón de su inquietud. Aye estaba durmiendo en su habitación, mientras él ocupa una habitación de huéspedes. Suspirando se sienta en la cama, sabe que no va a dormir si no se acerca a ella. Era una maldición que su familia estuviera ahí. Pero no le importaba, tenía que verla. Solo tenía que cruzar medio pasillo hasta llegar a ella. Se pone un pantalón chándal y sale de su habitación, mira para ambos lados en el pasillo, sin moros en la costa, camina con rapidez para llegar a la habitación de Aye, pero dos puertas antes, se detiene al escuchar un sonido. Ajusta su oído descubriendo que el sonido viene de la habitación que e
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