Pertenencia-Yo no pase por ninguna audiencia. Largas mesas se habían armado en la plaza, sobre el escenario había un grupo tocando música volviendo más ameno el ambiente, la comida llenaba todas las mesas y la manada celebraba las nuevas incorporaciones bajo la luz de la luna.Kael la miró con diversión. Se había acercado a la mesa de los nuevos integrantes y compartía su plato.-¿Hace falta? -Preguntó después de un rato.-Bueno, no sé de qué va, pero debería seguir el ritmo de todos. -No quería dar más razones para que unos pocos presentaran quejas de ella o sus hijos. -Son muchas preguntas, Lía. Además yo sé la respuesta de todas ellas. -Aquello buscaba darle tranquilidad y seguir con la fiesta. Pero sólo causó que la chica mirara a Kael con una ceja arqueada. -¿Qué sabes todo de mí? déjame dudar. -Levantó su vaso y bebió con gusto la cerveza de miel. Kael la imitó sin quitarle los ojos de encima.-Bien. -Soltó su bebida en la mesa y se acercó con una sonrisa. -Entonces te haré

Pide DisculpasDos días, sólo habían pasado dos días de la ceremonia y Lía ya estaba metida en problemas. -¿No vas a disculparte? -La chica Gema, cómo no podía ser de otra forma, había terminado provocando una situación y logrado meterse con ella. Retrocediendo un poco para entender la situación. Esa mañana Lía había despertado a sus pequeños, arrastrado sus cuerpos hasta una mesa para que desayunaran de forma decente y acompañado hasta su colegio. fue en su regreso, si hubiera hecho caso a su pensamiento y pasado por Roan en vez de ir al mercado, tal vez se hubiera ahorrado este numerito. Se había acercado a un puesto, estaba terminando de pagar unas telas ligeras para el verano cuando notó la presencia de Gema, que se acercaba desde el otro lado de la calle. Esa loba parecía encontrar siempre el momento justo para cruzarse en su camino.-Qué casualidad encontrarte aquí. -Saludó Gema con una sonrisa ensayada, deteniéndose a su lado. -Aunque supongo que con tanto tiempo libre es fá

Días LibresLía ignoraba todo lo que estaba sucediendo, ella no estaba enterada del interrogatorio que estaba transcurriendo en la oficina principal.Esa mañana, como tantas otras desde su llegada, comenzó su día pasando por la cabaña de Roan. Él dormía, aún con expresión cansada, pero más tranquilo. Luego visitó a Bear en la clínica; el can estaba de lo más feliz, siendo atendido por una simpática aprendiz de Cano. Se recuperaba bien, comía solo y ya movía la cola con energía cuando alguien entraba en la sala.Todo parecía estar en orden.Pero pronto notó lo extensos que podían volverse los días sin ocupaciones. Ya no tenía obligaciones, ni urgencias económicas. Las manadas no usaban dinero tal como lo hacía el mundo humano: todo se movía por medio de trueques o monedas de metales, como oro o plata. El sistema era más simple, pero también más dependiente de la participación activa de cada miembro.Y ella aún no terminaba de encontrar su lugar.Lía se detuvo en medio del camino empedr