Capítulo 66. Una verdad que no todos conocen.
El sol entraba tímido por los ventanales del hotel. Las cortinas blancas ondeaban suavemente, y sobre la cama, Bastián sostenía un dibujo que había hecho esa mañana: tres figuras de palitos, con su mano diminuta firmando “Bastián” al lado de un corazón enorme.Cuando Melisa se acercó, el niño corrió a abrazarla con una de sus sonrisas que derretía cualquier pena.-- ¡Mami! Dibujé a mi familia – le anunció, alzando el papel con orgullo. -- Este soy yo, este eres tú… y este es mi papá. Pero no sé cómo se escribe su nombre, ¿me puedes ayudar? –Melisa se arrodilló frente a él. El corazón le latía tan fuerte que temió que su hijo pudiera escucharlo.-- Se escribe como el tuyo mi amor... es Sebastian – le dijo y acaricio su cabello con infinita dulzura, con ternura, e incluso con miedo.-- Es verdad mi papá se llama igual que yo “Sebastian” – dijo feliz dando saltitos en la cama.-- Si mi amor, Sebastian, ese es el nombre de tu papá –El niño la miró en silencio, con los ojos muy abiertos.
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