—Tos, eh... Cuñada, tu segundo hermano tiene razón, pide lo que quieras. ¡Yo invito esta noche!— Mario intentó animar el lugar, dado lo tenso que estaba el ambiente. —Mira los platos caros y olvídate de los baratos. Si pides los baratos, ¡me avergonzarás!— Dalila se quedó sin palabras.Sabía que Mario intentaba hacer las cosas menos incómodas, así que le siguió el juego. —Mm, jajaja, entonces no seré indulgente contigo—.Dicho esto, enterró la cabeza en el menú.Pidió algunos platos antes de que Albert Kholl mirara el menú y pidiera un helado. —¿No te encanta el helado? Te gusta después de comer, ¿verdad? ¿Te gusta el de fresa?— Dalila dijo: —... Claro—.Eria, sentada frente a ambos, sintió una daga en el corazón mientras observaba su interacción.—Disculpe. —Respiró hondo y se levantó bruscamente—. Necesito ir al baño.Ella salió apresuradamente de la habitación privada.Mario suspiró suavemente cuando la vio irse.Tenía miedo de que las cosas cambiaran para siempre.Antes, Albert
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