—Entendido, señora.Una semana después, el abogado Vega llegó a la villa de Gabriel.Al ver al hombre que había perdido casi 15 kilos, sus ojos reflejaron brevemente un destello de sorpresa.En un segundo, su expresión volvió a la normalidad.—Señor Pérez, la señora Moreno me pidió que pusiera en venta la villa. Hoy los nuevos propietarios ya han firmado el contrato para hacerse cargo, así que le pediría que...Antes de que el abogado Vega pudiera terminar, Gabriel levantó bruscamente la cabeza y sonrió con amargura:—Que me mude, ¿verdad? Isabella está muerta, esta villa ya no tiene nada de ella. No tiene sentido que me quede aquí.Gabriel se dirigió tambaleándose hacia la salida, seguido por su asistente, que lo vigilaba preocupado.Últimamente bebía en exceso y, extrañando intensamente a Isabella, apenas dormía una o dos horas al día.En sus momentos de mayor angustia, incluso había intentado cortarse las venas.Así que, antes de salir del jardín, sus piernas flaquearon y volvió a d
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