A juzgar por la fuerza del empujón, debía ser un hombre.
Esteban se levantó y dijo atentamente:
—La llevaré a hablar con el gerente.
Un rato después, en la sala de seguridad.
El personal del restaurante extrajo la grabación de ese período y dijo con pesar:
—Esa persona cubrió la cámara antes de actuar, señorita Moreno. No se pudo captar el momento en que fue empujada al agua.
Isabella frunció el ceño:
—¿Las cámaras de su restaurante captaron el rostro de este hombre?
Cuatro empleados comenzaron a revisar los videos de vigilancia por turnos.
Media hora después, los cuatro negaron con la cabeza:
—Lo sentimos, llevaba mascarilla y gorra. Las cámaras no captaron su rostro.
El rostro de Isabella se tensó:
—Envíenme todos los videos donde aparezca.
De camino a casa, Isabella envió los videos a Ximena.
—Ayúdame a investigar a esta persona.
—¿Qué ha ocurrido? —Ximena presintió que algo andaba mal y preguntó preocupada.
Isabella le contó lo sucedido esa noche y se frotó las sienes:
—Si Esteban