Capítulo 41. Pov Jorge: No hablamos en todo el camino de vuelta. Gabriela iba sentada a mi lado, con la cabeza pegada al cristal, fingiendo que yo no existía. Mejor. No estaba de humor para sus indirectas ni para aguantar su victimismo. Ya había tenido suficiente en casa y después en la clínica. Necesitaba silencio para pensar en mi próximo paso. Porque algo no me cuadraba. Por mucho que ella lo negara, sabía que algo había cambiado en ella. Primero fue la gastroenteritis y después lo del vino. Eran pequeñas cosas, pero estaba casi seguro de que estaba embarazada. Ahora solo necesitaba las pruebas que lo corroboraran. Cuando llegamos al ático, ella se fue directa a su habitación como siempre. No es que esperara nada diferente viniendo de ella. Me metí en el despacho y me serví una copa de whisky. Cogí el teléfono y llamé a Simón. Le pedí lo que necesitaba en un solo minuto. Algo leve. Un accidente sin consecuencias graves. Nada que la dejara fuera de combate, pero sí que la ob

Capítulo 42 - Parte II. Narrador omnisciente: El cambio aún no aparecía en el registro general de la empresa. No se había difundido. Jorge no se enteraría de inmediato. Fernando estaba manejando el asunto con sigilo. Gabriela leyó cada cláusula del poder. Estaba bien redactado. No dejaba espacio a interpretaciones. Fernando actuaría solo bajo su aprobación directa. No podría vender, ceder ni firmar documentos de peso sin una orden escrita de ella. Estaba cubierta. Lo había hecho bien. Pasó el resto del día sin salir del apartamento. Las cortinas seguían cerradas. No había televisión. Solo el portátil, una pequeña radio en la cocina y su móvil nuevo. Ni siquiera abrió la nevera. Revisó las cuentas bancarias. Las transferencias estaban hechas. Tenía dinero suficiente para sobrevivir unos meses. También tenía una nueva identidad: Clara García, nacionalidad española, nacida en Zaragoza, residente temporal en la ciudad. Todo en regla. Ni siquiera el apellido era común. A las cinco de

Capítulo 44Pov Jorge:Desde que Gabriela desapareció, mi cabeza no ha dejado de dolerme. No sé cuánto tiempo más voy a aguantar esta mierda sin perderlo todo, incluido a mí mismo. Cada día que pasa, siento que me hundo más en un abismo sin fondo y que no hay nadie que pueda sacarme de ahí.Lo peor es la rabia. Una rabia sorda y constante que no me deja ni pensar con claridad. No es solo la ausencia de Gabriela, es la ausencia de no poder ver la evolución de nuestro hijo, cómo crece en su interior...Sé que muchos pensarán que exagero, que debería intentar mantener la calma, pero no puedo. No puedo. La impotencia me consume. No hay un solo día en que no me pregunte dónde está Gabriela, dónde coño se ha escondido, pero juro que aunque esté en el mismísimo infierno, bajaré hasta allí a por ella.Y aunque no tenga pruebas, estoy convencido de que detrás de todo esto está Fernando. Él es el único que puede querer alejarla de mí, se cree que soy estúpido pero me he dado cuenta de cómo la m

Capítulo 46. Me voy directa hasta la ducha, me cambio y llamo a María. Mientras espero a que llegue, reviso que el bolso del bebé esté lleno: pañales, ropita, mantita, documentación falsa por si necesito protegernos... El tiempo pasa y María se retrasa. Sin poder evitarlo, cae la noche y escucho un trueno que anuncia tormenta. Me asomo por la ventana y veo relámpagos a lo lejos. Respiro para calmar el dolor creciente en la espalda, pero un pinchazo más fuerte me hace doblarme. Y entonces, escucho la puerta abrirse. —¡María! —grito desde el pasillo. Ella aparece corriendo y palidece de inmediato. —Siento el retraso, de verdad, Gabi. El tráfico era horrible y, por mi culpa, casi nace el niño aquí —me susurra, agarrando la maleta que teníamos preparada desde hace semanas—. Tranquila, Gabi… vámonos ya, no me perdonaría nunca que mi ahijado naciera aquí o en el coche. Bajamos las escaleras todo lo rápido que puedo; las contracciones cada vez son más fuertes y me hacen parar cada vez

Capítulo 48.Cuando llegó la tarde el móvil de Gabriela sonó, pero no era el tono de una llamada sino más bien el de una notificación. Gabriela cogió el móvil y abrió el mensaje de un número que no tenía agregado. "Gabriela soy Fernando mañana 10:30 videollamada juzgado”.Gabriela leyó tantas veces el mensaje que acabó memorizándolo sin querer. Aunque ya sabía que el juicio era inminente, un temblor involuntario se apoderó de sus dedos al ver confirmada la hora exacta. No respondió al mensaje. Pasó el resto de la tarde con un nudo en el estómago. Intentó distraerse cuidando del bebé, pero su mente volvía una y otra vez a lo mismo.—No pongas mala cara, Gabi. Verás como todo va a salir bien —dijo María intentando animarla mientras le alcanzaba una jarra de agua.Gabriela respondió apenas con un suspiro y una sonrisa diminuta. Durante la cena, apenas comió dos bocados y se limitó a asentir cada vez que María hablaba. Cuando la noche llegó, se refugió en la habitación junto a Adrián,