SOPHIELos dos primeros días me negué a participar de absolutamente cualquier idiotez que hicieran en este lugar. No quería salir del cuarto, especialmente por toda la luz natural que habita entre estas cuatro paredes.A decir verdad, quizás ni siquiera salí del cuarto porque no quería dejar de ver la espléndida vista. La tranquilidad que rodea cada simple espacio es tan gratificante que hasta mantenerme despierta era difícil pues simplemente quería dormir, descansar.Siento que no he hecho eso en mucho tiempo. Dormía solo por obligación, ni siquiera descansando pues mi mente trabajaba todo el bendito tiempo en que tendría que haber estado dormida, pero aquí es diferente. No existen las preocupaciones, ni los problemas. Es como si cada espacio hubiera sido diseñado exclusivamente para mantenernos con tanta serenidad sin tener que preocuparnos de nada de lo que sucede afuera.Hasta olvidé por completo que Christopher está aquí conmigo. Al menos cumplió su palabra de no cruzarse en mi c

SOPHIEComo una intrusa que adora escuchar los problemas ajenos, he venido a cada reunión de descarga de los últimos tres días, oyendo a diferentes personas con sus problemas, siendo incapaz de abrir la boca para decir lo que me pasó.No encuentro la forma y aunque sé que hay personas que la están pasando peor, por alguna razón no encuentro mi voz cuando estoy aquí sentada, oyendo a los demás. Como ahora.—La muerte de mi madre me dejó en este lugar oscuro del que no he sido capaz de salir—comenta Dafne, una mujer de casi treinta años—. Ha sido mi compañera toda mi vida y de un momento a otro dejó de existir. Solo éramos ella y yo. No tengo nada más y no sé cómo seguir después de esto. Siento que mi vida no tiene rumbo y en mi trabajo no lo entienden. Solo me dieron tres días de luto, pero ¿cómo puedo regresar a mi empleo si me siento tan mal? ¿Se supone que debo llorarla tres días y después regresar a mi vida como si nada? Ella era mi vida y ya no está. No veo una salida a absolutame

SOPHIELas manos me tiemblan cuando miro la perilla de la puerta. Estoy justo en frente, a un simple paso de entrar, solo que no puedo hacerlo. Por alguna razón mis pies se niegan a dar ese impulso para decir que llegué.Estoy aquí, de pie, como una lunática mirando solo la puerta, incapaz de hacer algo por mi cuenta, pensando en regresar corriendo hacia mi cuarto cuando la puerta se abre de repente, enseñando a la doctora quien me mira la sonrisa usual de siempre.—Estaba esperando a que tocara, pero no correré el riesgo de que se vaya corriendo, por eso decidí abrir yo—dice, a modo de broma—. Por favor, pase y tome asiento en el diván, señora Marshall.Como si no quisiera ser a mí a quien obedece, mi cuerpo hace exactamente lo que la doctora dijo. Tomo asiento en el diván, respirando profundo, intentando enfocar mi mente sobre el por qué estoy aquí si se supone que vine a descansar, no a cargar con más problemas.—¿Cómo se siente hoy?—pregunta, tomando asiento frente a mí con una li

SOPHIENo quería entrar en razón. Todavía no quiero.La terapeuta insiste en que tengo que tener una conversación con Chris acerca de lo que está pasando, pero no creo tener la fuerza suficiente como para soportar tener esa conversación con él. No después de recordar que habló con ella sobre todo lo que nos pasó.Hasta ahora, el secreto de su bebé fuera del matrimonio no era más que un asunto nuestro. Ni siquiera nuestras madres se entrometieron y hablarlo con una completa extraña no parece ser lo mejor.Al menos es lo que quiero creer.—Sophie, creo que tener hablar con tu esposo te dará cierta perspectiva acerca de cómo van a seguir las cosas ahora que viene ese bebé en camino—continúa la terapeuta, logrando que suelte un suspiro.—No quiero saber nada de ese niño.—Sabes que no tiene culpa alguna, ¿cierto?—Sí, y no pretenda hacerme sentir al respecto, ¿De acuerdo? No tengo nada en contra de ese bebé, lo que me preocupa es tener que ver a su madre por el resto de mi vida. ¿Cómo cre

SOPHIEPuede que esté tomando decisiones equivocadas, pero estoy decidida a dejar de estar divagando sobre las ideas que dan vueltas en mi cabeza. Quiero respuestas y la única persona capaz de darme las respuestas que quiero, es nada más y nada menos que la mujer que me jodió la vida de la peor forma.A primera hora en la mañana, después de pasarme toda la noche siendo incapaz de pegar un ojo quizás en parte también porque mi bebé estuvo inquieto toda la noche, me puse de pie, me cambié y me fugué del centro tomando un taxi que me deja en la puerta de la casa de Carrie. La amante de mi esposo.Puede que sea temprano, de hecho, cuando llegué aquí ni siquiera el sol había salido todavía por lo que tuve que quedarme en el porche de la casa de esta mujer, esperando a que se atreviera a levantarse solo para que pueda darme las respuestas que quiero y no me eche a la calle por haberla despertado tan temprano.Sé que fue un movimiento poco ágil y que quizás piense demasiado en su bienestar,