—Abuelo, ¿mi padre bastardo te odió alguna vez? —de repente, Lorenzo volvió a hablar.—Lo obligaste a casarse con una mujer que no amaba, matrimonio comercial, él prefirió renunciar a su derecho como heredero familiar, ir a trabajar como gerente en una pequeña subsidiaria, antes que abandonar a su nueva mujer.—Seguramente te odió, ¿verdad? En cierto sentido, tu deseo de control es demasiado fuerte, incluso conmigo es así.—Si no hubieras estado desde el principio, Marisela y yo no habríamos tenido ninguna relación, mucho menos los enredos de ahora.—Solo sabes regañarme y culparme, ¿has reflexionado sobre que tú eres el verdadero instigador original?—Si no nos hubieras unido por la fuerza, nada de esto habría pasado hoy.Mientras decía estas palabras su tono era estable, sin emociones, sin ira, sin reproches, pero cada palabra se clavaba como un cuchillo en el corazón de Eduardo.Del otro lado del teléfono, pasaron varios segundos en silencio, después se escuchó el grito urgente del
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