El tiempo volaba para la pareja, un mes después, estaban de regreso en Grecia. Todos estaban contentos con su llegada, era como si siempre la hubiesen estado esperado. La recibieron como se debía, como la señora de la casa. Todos en la mansión hicieron una reverencia, entendiendo que sus jefes habían vuelto. Selene sintió latir con fuerza su corazón ante tan bonita llegada. Siempre lo vió con Nikolas y Daphne, pero jamás pensó que ella estaría en ese lugar.—Bienvenidos a casa, jefes —dijeron los soldados, al unísono.Nikolas asintió y caminó de la mano con Selene hacia su oficina, tocó la puerta y entró para ver a su padre sentado en la silla que le pertenecía.—Bienvenidos a casa, muchachos —se levantó y le dió un apretón de manos a los dos—. Todo está en orden, la organización ya vuelve a ser tuya.—Gracias, Aquiles. Espero seguir colaborando contigo en el futuro —dijo el griego.—¿Eh? No. Ya tu madre está molesta porque volví a trabajar. Estoy retirado, hijo. La próxima vez, busca
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