CUBARÁ —Amor, despierta. —No, déjame un rato más, me hacía mucha falta dormir contigo, te extrañé mucho. —Yo también amor, pero tenemos que levantarnos, las mujeres de la cocina nos hicieron un desayuno especial, quieren celebrar tu regreso al pueblo, mira pues, cuando regresé no me hicieron ese desayuno y a ti sí, como te consienten. —¿Estás celosa? —No amor, me alegro que te quieran tanto como a mí, además mi puesto aquí no me lo quita nadie. —Ja,ja,ja,ja, si estás celosa. —Bueno, sí un poquito, pero estoy muy contenta, ven párate, nos están esperando. El desayuno resultó demasiado rico, esas mujeres se botaron estaban muy contentas con la llegada de Juan Carlos, pero sobre todo estaban felices porque la sonrisa había vuelto a mi rostro. La niña que me regaló la naranja se acerca y me dice en el oído. —Doctorcita, vio que yo tenía razón, la naranja es buena para eliminar la tristeza. —Sí, tenías mucha razón, es muy buena
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