Unos días después, Roberta se encontraba en una habitación cerrada, iluminada apenas por la luz temblorosa de varias velas. Frente a ella, un altar cubierto de objetos oscuros: cruces invertidas, hierbas secas, figuras extrañas… pero lo más importante: una foto de cuerpo entero de Cole, su nombre completo escrito junto a su fecha de nacimiento, un mechón de su cabello —que Felicity había conseguido—, velas negras y rojas, tabaco, licor fuerte, polvo de cementerio, un corazón crudo de animal, un muñeco vudú con la imagen del muchacho, un pequeño recipiente con sangre menstrual de Felicity y, como elemento final, una imagen de la entidad demoníaca Lucífugo Rofocale.La luna nueva coronaba la noche. Roberta encendió el tabaco y comenzó a recitar las invocaciones en voz alta, ofreciendo el alma y parte de la energía vital de Felicity a cambio del dominio absoluto sobre Cole.Quemó la fotografía —con su nombre escrito tres veces en el reverso— y mezcló las cenizas con el licor. Un aire gél
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